En todo proceso electoral cada voto depositado en las urnas es importante y determinante para elegir o rechazar a quienes aspiran ocupar cargos en la próxima administración del Estado.
En una campaña política no se puede menospreciar a nadie; menos a pueblos que sufren las consecuencias de indiferencias gubernamentales porque el resentimiento puede reflejarse en el voto condenatorio. En política no se puede descuidar a ninguna población.
Todas son importantes y los escrutadores no pueden tener preferencias por los votos de unos y el menosprecio de otros, sin embargo, hay poblaciones donde hay que ser cuidadosos porque la presión popular que ejercen son determinantes en las decisiones electorales.
Un distrito que se ha convertido en codiciado bastión político es San Miguelito.
San Miguelito, que germinó como territorio de precaristas fue evolucionando de tal manera que primero, por sus características, se estableció como distrito especial pero dejó de ser especial para establecerse con todas las exigencias legales de una parcela territorial con alcaldía, corregimientos y dotada de sus respectivos burgomaestre y ediles.
San Miguelito, gradualmente creció apartando su condición de pueblito de precaristas a robusto distrito habitado por personas de todas los niveles sociales; empresarios, intelectuales y obreros compartiendo anhelos similares.
Sus centros comerciales e industriales demuestran su pujanza como generadora de tributos y empleos y, se acrecentó de tal manera, que se ha convirtió en codiciado bastión político.
San Miguelito la otrora parcela de las llamadas “casas brujas” es hoy un codiciado bastión político que en las elecciones venideras podría determinar quienes serán los próximo administradores de las arcas estatales; además, podría convertirse en distrito exigente de mejores días, que si no se resuelven, el próximo gobierno podría encontrarse con una inminente fiebre de problemas sociales mortificantes.