Por: Chico Perico
La única ley en política la canta Fania All Stars hace medio siglo- Quítate tú pa´ ponerme yo. La inexistencia de leyes imposibilita la predicción exacta del futuro. Ni Madame Kalalú y toda su adivinación puede pronosticar triunfo ni derrota. ¿Tampoco las encuestas que mantienen a Martinelli galopando en primer lugar? Lo primero es si el poder permite que corra. Luego, las falencias que muestran éstas cuando se intenta darle el papel de oráculo.
El que sea una competencia donde existe “el otro” establece complejos problemas y relaciones psicológicas éticas y afectivas. Los mismos competidores hacen las reglas, las desafían, violan y cambian. Incluso en lo relativo a la honradez en el sufragio y al respeto de normas codificadas. Unas caen en desuso en el PRD como sucede con el apego a la centro izquierda definido en los estatutos que sostenían gobiernos interventores en lo económico.
Las primarias competen apenas a un tramo táctico de una secuencia encadenada cuya primera etapa cumple el 11 de junio. Ahora, y luego en elecciones generales, organizaciones e individuos luchan por objetivos conflictivos donde compite con otros. Estos son iguales o incluso, mejores que uno. Lo que usted gana lo pierde otro y viceversa.
Por siempre la persecución política del adversario resulta moneda de curso común en primarias. Nito cede a Gaby el poder de nombrar y tumbar cabezas en el aparato. El candidato-vice echa a rodar una guillotina terrorífica contra adversarios al estilo Robespierre. La confrontación intensa desborda la ética. Mientras Crispiano denuncia despidos en aliados y asfixia económica salidas de los usual y como nunca antes.
Denunció asfixia del ejecutivo a la Asamblea en medio de presiones para que abandone la candidatura. Jura esta vez ante su madre, no lo hará. Apoda al otro “el ungido” desde la presidencia, conejo sin trayectoria sacado de la chistera. Pedro Miguel recrimina a la dupla sentada en la presidencia entreguismo a transnacionales. Insiste que con Carrizo en unas elecciones no llevan chance. Incluso, Martín reclama desde fuera el mismo alejamiento de la doctrina legada por su padre.
Los estrategas de Gaby adoptan la regla del líder, tal como dicta un obsoleto librito. Lo exhiben como el valentón que vocifera aquel enérgico arranque yoico -yo no temo a nadie, solo a Dios. Solo defienden la gestión. Nunca encajan debatir una sensible indignación de la base y sus consecuencias sobre su imagen, incluso para el resto de su vida política.
Rehuir combate a lo interno mientras dedica el discurso a retar a Martinelli deja vivitas objeciones que obstaculizaría la estrategia de contender por una presidencia. Con solo una frase en usual clave reggae el “otro” ridiculiza la actitud sietemachos – anda caga´o de miedo.
Una insulsa asesoría propone al gobierno soluciones cosméticas tipo eliminar corbatas y nunca dejar de sonreír ante cámaras. Mientras, unos 600mil insatisfechos con la gestión reproducen en solo una hora la última cuña del “otro” contendiente. Una que, dentro de las cinco “locuras” prometidas en la pieza, el puntero excluye el déficit más sensible, modernizar la obsolescencia de un aparato en gobernar, empezando por una dirigencia quien culpa del estancamiento a los mandos inferiores.