Las elecciones, que galopando se aproximan, serán unas escaramuzas entre aspirantes a cargos públicos que imploran el voto.
La gran batalla será la que deberá emprender el próximo gobierno para dignificar a este país vilmente desacreditado por perversos intereses foráneos.
En la próximo gran batalla, que se desatará una vez finalicen las elecciones, debemos involucrarnos todos para derrotar un malvado enemigo llamado hambre, extirpar una lepra social conocida como analfabetismo, extinguir la insalubridad pública que es el tirano de todas las enfermedades y aplastar la víbora estupefaciente que germinó horrorosas ejecuciones entre pandilleros.
La gran batalla que enfrentaremos tendrá repercusiones internacionales y requerirá que nos despojemos de absurdas diferencias políticas o personalistas para, uniendo fuerzas, enfrentar ingentes problemas que se acrecientan mientras tengamos una patria dividida.
Panamá, franja territorial que sirve al mundo acortando distancias y aligerando el comercio mundial, está siendo acechada por perversas acciones extraterritoriales de quienes, a través de diversas formas, intentan caprichosamente, lacera nuestra dignidad.
Ante la presencia de vecinos insidiosos, situados al sur, tenemos que estar alertas.
Este gobierno está empaquetando para irse, pero la próxima administración, deberá aglutinar a las organizaciones que sienten el latir patriótico y juntos, bien definidos en propósitos, luchar para erradicar pobrezas, extirpar ignorancias, abastecer de medicamentos a los centros de salud y preñar de alimentos abundantes parcelas territoriales que permanecen áridas debido a abundantes manos ociosas.
Se aproxima la gran batalla que Panamá enfrentará pero primero acudamos a las urnas, votemos, instalemos al nuevo gobierno e iniciamos el gran conflicto de redención social parafraseando aquello de que “hemos avanzado la lucha continúa”.