El señor presidente de la república, Laurentino Cortizo Cohen, al reunirse con el equipo de gobierno que da seguimiento al abastecimiento de medicamentos en la Caja del Seguro Social y al Ministerio de Salud dijo a los participantes, que se debe garantizar las medicinas a la población y enfatizó: “piensen en los que menos tienen, en la gente humilde de este país”.
Alentadoras son las palabras del señor presidente al advertir que debemos pensar “en los que menos tienen, en la gente humilde de este país”, pero sus sucesores en la administración del Estado, pensarán lo mismo.
El país se encuentra enmarañado en una contienda política con diez aspirantes al palacio presidencial y una multitud de candidatos codiciando butacas de la Asamblea Nacional, alcaldías y representante de corregimientos.
Pero saben los candidatos lo que es sufrir el martirio de una madre con un hijo enfermo y no hay medicinas.
De un hospitalizado que no recibe la atención adecuada por falta de insumos necesarios.
Serán los candidatos parte de los más de 200 mil panameños que se acuestan con hambre.
Algunas candidatos que declaman pomposos discursos, algunos de características circenses han tenido que forcejear para ocupar un transporte público deficiente, llegar tarde a la plaza laboral y sufrir el martirio del descuento por tardanzas.
Han caminado los candidatos por calles agujereadas y algunas lodosas que irónicamente llaman “avenida”.
Estarán pensando en los más humildes los candidatos que pronuncian pomposos discursos prometiendo un paraíso terrenal a quienes trabajan o estudian con el estómago vacío o viven, comen y duermen en un barrio inundado de basuras.
Están los hijos de los candidatos que se traicionan y malogran honras con mentiras e intrigas en escuelas donde los techos se caen y la hedionda morrina inundan servicios sanitarios.
Reinan promesas, truenan fuegos de artificios, las pancartas publicitarias decoran concentración y mientras una multitud con atuendo de comparsas partidistas, grita y vocifera consignas, en los hospitales los enfermos no tienen medicinas, en las casas de los pobres no hay que comer, la basura se ha convertido en parte del decorado, el transporte público empeora y la angustia pueblerina amarga y desespera mientras expertos en palabrerías insulsas intentan engañar a los habitantes de esta nación.