Es lo que están haciendo muchos listillos en los últimos tiempos. Se creen la divina pomada, piensan que tienen la verdad absoluta y a papá Dios agarrado por los huevos, a la Virgen caída por sus huesos y a todos los santos del cielo prodigándoles sin cesar la ciencia infusa que asegura sin lugar a duda que ellos están en lo cierto siempre y en todo lo que dicen y que los demás estamos equivocados.
Vamos, que se les pasa la mano en pollo y al parecer nadie puede meterles un buen garnatón que haga que les salgan los dientes por las orejas a cobardica el último para ver si con las encías vacías dejan por un ratín de decir estupideces.
Si yo entiendo que todos estamos de los nervios con esto del maldito virus de los cojones, que nos tienen a punto del colapso histérico con las noticias, los anuncios del anuncio que anuncia nuevas medidas, los pasitos palante y patrás, las medidas descabelladas y el terror pánico que día tras día provocan los de las patas de cabrón desde los medios de comunicación, si yo lo sé, pero también veo que se nos va la pinza.
Y lo veo venir, aunque soy de letras, fíjense ustedes, a pesar del imbécil integral que hace unos días tuvo los arrestos de escribir en su cuenta el siguiente trino: “Muchos de los que son #antivacunas #anticiencia #antievidencia son los mismos que en el colegio estudiaron un bachiller en letras”.
Soltar este tipo de estupideces en una red social, aunque luego trates de decir que donde dices digo lo que querías decir es Diego y que todos los que te leen son brutos (seguro que porque somos de letras) y te malinterpretan (claro, porque somos de letras y ya se sabe que los de ciencias tienen mucha mejor comprensión lectora, dónde va a parar) y que si tú eres de letras y no eres antivacunas no debes de darte por aludido y que cuando dices que todos los españoles son unos ladrones y unos asesinos, no quieres decir todos, igual que cuando hablas de que los negros huelen mal, que obvio que no son todos y que no es eso lo que quisiste decir, que sin generalización no hay conversación, que sí que te entiendo, majo, pero que no, que metiste la pata hasta el corvejón. (Huy, perdón, que como eres de ciencias quizás no sepas lo que es el corvejón, deja y te lo defino, según el DRAE es la articulación situada entre la parte inferior de la pierna y superior de la caña, y a la cual se deben los principales movimientos de flexión y extensión de las extremidades posteriores en los cuadrúpedos), pues eso, que la metiste (la pata, digo). Y que hubieras quedado mucho mejor si, en lugar de huir hacia adelante intentando justificar lo injustificable, hubieras reculado y entonado el mea culpa (oh, espera, que como eres de ciencias, seguro que no has estudiado latín, deja y te lo traduzco, es una expresión latina usada como locución sustantiva, que significa “Culpa mía” y se usa para expresar remordimiento).
Vamos, a lo que vamos, que esto se está convirtiendo en un balde de cangrejos donde todos contra todos perdemos la cordura y las buenas maneras. Y la libertad. Estamos perdiendo la libertad. La estamos entregando por una falsa seguridad mientras los agoreros que nos aterrorizan día tras día siguen llenándose los bolsillos buscando nuevos métodos para tenernos dominados y algunos pendejos se prestan voluntariamente para hacerles el trabajo sucio. Porque, ¿saben qué? Que sí es posible ser de letras puras, confiar en la ciencia, haberse vacunado, saber que la vacuna no es la panacea, (mire, señor de ciencias, esto también es de letras, pero ya me aburrí de desasnarlo). Y sobre todo es posible ser de letras y entender el concepto de libertad y responsabilidad. Pero eso tampoco se lo voy a explicar yo, ¡haber estudiado ética y filosofía!