De mal gusto y como una broma pesada, se considera aquella aseveración alegando que “en Panamá los cadáveres hablan”.
La irónica expresión, burlona y llena de picardía, nos refleja en el ámbito internacional como un país donde la atención médica es deficiente y señalan como responsables al Ministerio de Salud y a la Caja del Seguro Social.
Es inconcebible, para no decir nefasto, que en la Caja del Seguro Social personas que arrastran los últimos años de vida y urgiendo atención inmediata, logran una cita médica para dentro cuatro, cinco y hasta seis meses, y cuando logran reunirse con el galeno, su condición de salud es fatal.
Diariamente los centros de salud estatales están atestados de pacientes desesperados que buscando atención médica reciben un trato descortés y en ocasiones ofensivos que afectan su estado emocional.
Los centros de salud de los corregimiento, para colmo de los enfermos, cierran a ciertas horas y los afectado que, generalmente son pobres, tiene que cargar sus dolencias hasta el día que el galeno misericordiosamente los atienda.
La atención médica de los organismos de salud del Estado no son las más adecuadas.
Los centros médicos atienden pocas horas. Debería extenderse el horarios y laborar los fines de semana para extirpar los males que aquejan a la población enferma.
Es notable la falta de insumos y medicamentos en farmacias de la Caja del Seguro Social donde la atención podría extender el horario y dispensarse los fines de semana para aliviar la desesperante condición de los pacientes.
Mientras unos padecen inconvenientes de enfermedades crónicas, con angustiosas citas expedidas para más de un tiempo normal, los administradores del Estado están preocupados por las elecciones venideras; desfiles de polleras; carnavales, celebración de agropecuarias y lo que parece ser una broma de mal gusto, al expresar que “Panamá es un país donde los cadáveres hablan”, parece convertirse en una penosa realidad.