Los carnavales de la ciudad de Panamá durante el siglo XIX y primeros años del XX, era una fiesta popular celebrada por los arrabales de Santa Ana, Calidonia y Marañón, con reina popular y un rey bufo.
A principios del siglo XX tomaron tal popularidad que los moradores del Casco Viejo iban a Santa Ana a celebrarlo.
Para apagar ese entusiasmo proletario en 1910 hicieron un reinado en el Club Unión y proclamaron una Reina de Carnaval, Manuelita Vallarino y manipularon para que la reina de Santa Ana fuera a rendirle pleitesía (el origen de lo que fue después Calle Arriba y Calle Abajo en otros pueblos.
A partir de allí se instituyó una Junta de Carnaval y todas las reinas eran de la oligarquía, hasta la entrada de los años 70 y la vuelta de los carnavales al paquete del Poder Popular dentro del esquema torrijista.
El carácter religioso desapareció por el contexto ideológico.