Es diciembre el mes que los panameños archivamos resentimientos, nos embriagamos de entusiasmo y a borbotones derrochamos alegrías.
Diciembre es el mes que escondemos resentimientos y nos brotan entusiasmos que con esplendor inaudito nos hace sentir felices.
Decimos que somos momentáneamente felices, porque nos olvidamos de nuestros pesares para dar rienda sueltas a nuestros jolgorios.
Cuanto lamentamos que estas alegrías del mes de diciembre no se prolonguen por todo el año, de tal manera, que viviéramos una felicidad eterna sin resentimientos causados por hechos contradictorios que pudieron evitarse pero hay algunos que se empecinan en rociar la vida con hechos no atribuible a la paz social que merecemos.
Estamos en el mes de regalos, la buena comida, los villancicos y fraternales abrazos, sin embargo, no podemos estar tranquilos mientras vivamos acechados por aquellos que, a través de comportamientos inadecuados, intentan arrebatarnos nuestros esfuerzos financieros a mediante acciones que no compaginan con el correcto proceder.
Es justo y necesario que en esta época disfrutemos los aires navideños que nos arropan de alegrías pero mantengámonos alertas porque delincuentes situados en todos los estratos social, están al acecho para, con malvadas intenciones, degollar nuestra felicidad.