El presidente Macron parte hacia China este martes por la tarde para una visita de tres días, la primera desde 2019. Durante este paréntesis debido a Covid, Francia ha visto deteriorarse su equilibrio comercial con China.
Es con China con quien más ha aumentado el déficit de la balanza comercial francesa el año pasado. Urge, pues, reconstruir los lazos del comercio exterior francés, crónicamente deficitario desde hace treinta años. El Presidente lleva consigo un contingente de unos sesenta empresarios, grandes empresas y PYME, con la esperanza de reactivar y, sobre todo, reequilibrar los intercambios comerciales.
Las importaciones francesas se dispararon al principio de la pandemia de Covid-19, debido a la necesidad de productos sanitarios, mascarillas por supuesto, pero también todos los demás equipos que China era entonces uno de los pocos países que fabricaba en cantidad suficiente y a un precio que desafiaba toda competencia. Y una vez que Covid empezó a declinar, el repunte del consumo francés impulsó las importaciones, con un fuerte componente en productos electrónicos.
Por otra parte, las exportaciones francesas sufrieron los tres años de confinamiento autoimpuesto por China
El confinamiento ha provocado el letargo de la demanda china, especialmente en 2020 y 2022. La cuota de mercado de Francia en China no deja de caer, y actualmente es del 1,3%: tres veces menos que la de Alemania. En este periodo de declive, la presencia francesa en China también ha disminuido. La pandemia y el endurecimiento de las condiciones de vida han ahuyentado a los expatriados franceses, cifra que ha disminuido un 30% en los últimos diez años.
La ralentización de la actividad también ha desanimado a algunas de las grandes empresas francesas que se lanzaron desde el principio a la conquista del mayor mercado del mundo. Enfrentadas a rivales locales, han preferido tirar la toalla. Es lo que hicieron los gigantes de la distribución Carrefour y Auchan. Entretanto, han surgido colosos chinos en varios sectores, en los que las empresas francesas tuvieron bastante éxito internacional. Es el caso de la gran distribución, aplastada por la ola del comercio chino en línea dominado por Ali Baba. En el sector del automóvil, ni Renault ni Stellantis han conseguido conquistar a los clientes, mientras que los fabricantes chinos ya son campeones del coche eléctrico. Es aún más cierto para la industria ferroviaria o la energía nuclear. En estos dos sectores, los chinos ya no necesitan los conocimientos franceses.
En aeronáutica, las empresas chinas siguen necesitando a Airbus
La aeronáutica es un actor clave del comercio exterior francés, especialmente con China. Es el primer producto de exportación a China. Las ventas de Airbus cayeron en 2020 y 2022, pero deberían remontar este año con el pedido de casi trescientos A320. También en este caso habrá que tener en cuenta la aparición de la competencia local. Las autoridades aeronáuticas han autorizado recientemente un avión de pasillo único fabricado en China. Esto dista mucho de cerrar completamente el horizonte al fabricante europeo: aún queda una fuerte demanda por satisfacer. China calcula que necesitará 9.000 aviones en los próximos veinte años.
El lujo es otro de los sectores de crecimiento de las exportaciones francesas
Las exportaciones francesas de lujo a China crecieron un 2% el año pasado. Cabe señalar que el vino sigue siendo otro producto excepcional apreciado por los chinos. Francia es el primer proveedor por segundo año consecutivo. En estos dos ámbitos, como en la aeronáutica, no es necesario fabricar in situ para obtener contratos.
Fuente: Radio Francia Internacional/ Dominique Baillard.