Catalogada como la más importante zona de libre comercio de América, la Zona Libre de Colón ostenta el título, sin embargo, se encuentra sumergida en una serie de problemas que opacan su esplendor. Todos los esfuerzos que hacen los comerciantes, para evitar que la Zona Libre de Colón, no agonice se ven frustrados por los inconvenientes que presenta esta costa atlántica que en el pasado se consideraba como esplendoroso lugar para hacer negocios.
La ciudad de Colón se ha desgreñado de tal manera que su fealdad se ha extendido hacia la Zona Libre.
Los visitantes no encuentran el atractivo de una ciudad digna de visitar; y lo poco que queda de Colón está empañada por una serie de hechos protagonizados por pandilleros que, sin asco, cometen crímenes horrorosos.
Aquella expresión poética de catalogar a Colón como “la tacita de hora” se esfumó. El prestigio de esta ciudad se desmorona y solo quedan áreas aledañas donde el visitante puede observar pero atizado por la inseguridad.
Todavía existe la posibilidad de salvar de la debacle a la Zona Libre, pero primero hay sanear la maleantería putrefacta que ahuyenta a visitantes, limpiar la basura que afean la ciudad y limpiar los tragantes para evitar que, cuando llueva, las inundaciones impidan desarrollar actividades mercantiles dignas de un área considerada emporio comercial de América.