A pesar de los esfuerzos que se realizan para apaciguar los ánimos y lograr que las elecciones del 5 de mayo sea un torneo político digno de ser considerado respetuoso y ceñido a los proceso democráticos, las instigaciones para coartar candidaturas son consideradas provocaciones que podrían activar el detonante de inconformidades.
Los habitantes de este país observamos como, manipulando las leyes, se intentan coartar derechos y mediante subterfugios jurídicos desea poner bozales a la libre expresión del pensamiento a tres reconocidos diarios.
Además utilizando recursos legales amañados intentan impedir que el candidato presidencial, que el pueblo clama como el favorito, llegue con sus simpatizantes a las urnas y aplaste con el voto a sus detractores.
El pueblo que por ahora pacientemente calla, podría tener reacciones adversas.
Por ahora escucha y es tolerante de toda la farsa utilizada para perseguir a un candidato sobrado en simpatías.
La aparente tranquilidad de este pueblo podría sobrepasar su límite de paciencia produciendo una erupción de inconformidades cuyas consecuencias son impredecibles.
Los que control el sistema judicial se creen los titiriteros que manipulan los asuntos electorales para descartar candidaturas y obstaculizar el avance arrollador de un aspirante presidencial.
El pueblo ansía una renovación de la administración estatal.
Desea el emprendimiento de obras que edifiquen a este país estancado políticamente; menospreciado por aquellos que se benefician de las danzas millonarias mientras la mayoría, en miserables condiciones, imploran mejores días.
Se inició la propaganda electoral con afiches de unos blandiendo sonrisas, sin embargo, el pueblo sabe que detrás de aquellos rostros que aparentan ser bonachones hay mentalidades preñadas de hipocresías.