En todo conflicto económico, político, social, religioso o cuando la nación, por circunstancias especiales se encuentra sumergida en hechos trascendentales, le corresponde a los medios de comunicación social informar, y si las condiciones lo ameritan , orientar sobre procedimientos a seguir.
No podemos esconder que algunos medios de comunicación social se inclinan hacia ciertas tendencias económica y políticas, sin embargo, no pierden su misión de informar porque para eso han sido creados, por lo tanto, tienen que cumplir.
Todo acontecimiento, a favor o en contra, deben ser cubiertos por los medios de comunicación social y es digno observar los esfuerzos periodísticos para presentar los hechos procurando mantenerse, hasta donde sea posible, ceñidos a la verdad.
Es necesario advertir a quienes tiran piedras y a los que responden con gases lacrimógenos, que representantes de medios de comunicación social están presente en los conflictos, para informar y no para alentar ni tomar participación de un lado u otro.
Los periodistas que viven el palpitar de los acontecimientos de la nación saben, porque los están lidiando diariamente, quienes son los que verdaderamente luchan por un ideal o aquellos que se arriman a una causa para sacar beneficios personales u otros que esgrimen supuestas ideas populares pero hacen reverencias especiales cuando ven un dólar.
Todo hecho, dignos de ser informado, es la materia prima del comunicador social para informar sobre lo que está sucediendo.
El periodista es consciente que, algunos con ansias de figuración, se arriman para recibir los beneficios de una publicidad que, en ocasiones, es inmerecida.
Es justo advertir que toda acusación o epíteto contra los periodistas es una afrenta indigna, especialmente de aquellos que vociferan consigna sin conocer su contenido o se pliegan a una causa para cosechar beneficios.
A los manifestantes y especialmente a sus dirigentes. dejen trabajar a los comunicadores sociales.
No se conviertan en estorbos de los periodistas que acuden a los hechos para comunicar pero, a veces, se tropiezan con oportunistas que no esconden sus afanes políticos, económicos, sociales o religiosos y aprovechan la ocasión para figurar como el bufón que busca las cámaras para hablar sandeces.