Trillado parece ser el camino que nos conduce hacia la renovación de los poderes públicos.
Persiste la malicia de que se prepara un fraude para impedir que el candidato que goza de mayores simpatías conquiste el galardón presidencial.
Ante las amenazas de obstaculizar el paso del triunfador los panameños debemos estar alertas para evitar el sombrío intento de coartar la libre emisión del voto.
La palabra fraude significa acción delictivas; es el método que caracterizan a delincuentes expertos en amañar resultados y desvirtuar hechos.
Intentar amañar los resultados de una contienda donde se observa claramente quien domina el escenario, es cometer un delito cuyas repercusiones son impredecibles.
Hay temor en el ambiente electoral. Los frustrados prepara una distorsión electoral porque temen el avance de una fuerza arrolladora que viene con turbulenta fortaleza.
Cada día que transcurre nos aproximamos al recinto electoral donde se deciden las cosas y mientras unos intentan armarse políticamente para captar simpatías y por ende el poder, hay candidaturas dispuesta ir a la urnas pero advirtiendo que delincuentes solapados con apariencias de pundonorosos, preparan un descarado fraude que será un bochornoso delito que tendrá repercusiones internacionales.