Los cimientos jurídicos han sido estremecidos por declaraciones de un ex embajador estadounidense que reveló persecuciones que se cometieron contra empresarios, además de complot para malograr la carrera política de un expresidente y perverso cambio en las relaciones diplomáticas de una nación asiática amiga para favorecer a otra que, supuestamente, sería de mayor provecho comercial.
El sistema judicial panameño, si se considera digno de ser respetado, debe demostrar que no es ciego ni mudo, por lo tanto, debe llamar a responder a aquellas personas que, de una forma u otra, conspiraron para hacer daños políticos y maniobraron para beneficiarse económicamente con una acción diplomática indigna.
Panamá es una nación que en el ámbito internacional está siendo desacredita y si ahora su sistema judicial no demuestra entereza, se incrementará nuestro desprestigio como nación y nos convertiremos en el país bufón donde algunos se ríen y burlan de la justicia.
Un ex diplomático estadounidense, mediante declaraciones a una televisora, alertó sobre las irregularidades que se cometieron en el pasado gobierno y ante sus graves observaciones urge llamar a responder a todos aquellos que pensaron que ostentar el poder político les daba la oportunidad para cambiar las cosas antojadizamente persiguiendo a sus adversarios políticos que en unas elecciones diáfanas, podrían arrebatarles el control político.
Si los responsables de la administración de la justicia se quedan callados, reafirmarán que son pelafustanes sometidos a decisiones de quienes ostentaron el poder gubernamental lo utilizan para hacer daño, moral, económico y político.