«De acuerdo con la evaluación de la situación, se ha decidido suspender temporalmente los permisos de todas las unidades de combate de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel). Las IDF están en guerra y el despliegue de fuerzas está sujeto a la evaluación en curso según sea necesario», dijo el ejército israelí en un comunicado.
El miércoles, el ejército ya había anunciado el reclutamiento de reservistas para reforzar las defensas antiaéreas.
Entretanto, en Tel Aviv fue interrumpido este jueves el servicio de geolocalización GPS, una medida aparentemente destinada a ahuyentar los misiles teledirigidos.
Israel advirtió de la interrupción del servicio de localización por GPS ante la posibilidad de un ataque «inminente».
Irán amenazó a Israel con represalias tras el ataque contra su consulado en Damasco el lunes, atribuido unánimemente a Israel, que no ha confirmado ni desmentido el ataque.
Este ataque, uno de los mayores jamás perpetrados contra intereses iraníes en Siria, ha reavivado el temor a una escalada de las ya elevadas tensiones en la región.
Israel sigue llevando a cabo su ofensiva en la Franja de Gaza tras el mortífero ataque de Hamás en su territorio el 7 de octubre. Israel intercambia disparos regularmente con el movimiento Hezbolá, apoyado por Irán, en Líbano.
Hasta ahora, Teherán se ha abstenido de actuar directamente en el conflicto, mientras apoyaba los ataques de sus aliados contra objetivos israelíes y estadounidenses.
Según Amos Yadlin, ex jefe de los servicios de inteligencia israelíes, Irán podría elegir este viernes -último del mes de Ramadán que termina la semana próxima- para responder al ataque de Damasco, indirectamente o no.
«Es una escalada importante. Al tomar por blanco un local diplomático iraní, Israel franqueó una línea», afirma el analista Ali Vaez, del International Crisis Group.
Irán y Siria achacaron el ataque a Israel, que se limitó a indicar que «no comenta las informaciones de la prensa extranjera».
De hecho, Israel comenta en muy contadas ocasiones sus operaciones militares en Siria, donde el gobierno de Bashar Al Asad, confrontado a una guerra civil desde 2011, recibe apoyo militar de Irán y de organizaciones afines a Teherán.
Irán, que apoya a Hamás aunque niega cualquier implicación en el ataque del 7 de octubre, movilizó a sus aliados regionales –en Líbano, Irak y Yemen– para atacar objetivos de Israel o de Estados Unidos, principal aliado de ese país.
Líneas rojas
Las autoridades iraníes habían asegurado que no tenían intención alguna de verse involucradas en una guerra regional.
Pero después del bombardeo de la sección consular en Damasco, el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenéi, advirtió que «el régimen perverso sionista será castigado» y el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, aseguró que ese «crimen cobarde no quedará sin respuesta».
«El ataque al consulado iraní en Damasco transgredió muchas líneas rojas», dice Basam Abu Abdallah, un analista sirio cercano al gobierno que dirige el Centro de Investigación Estratégica de Damasco.
«Había reglas en el enfrentamiento, pero ahora es una guerra abierta entre Israel y el Eje de la Resistencia», agrega.
Los aliados de Hamás, en particular el Hezbolá libanés y los rebeldes hutíes de Yemen, están unidos a Irán en lo que describen como el Eje de la Resistencia contra Israel.
«Está claro que estamos en una lógica de escalada», apunta Basam Abu Abdallah. «Los ataques podrían reanudarse contra bases estadounidenses en Irak, Siria o en otros lugares», asegura.
Hezbolá también dijo que el ataque de Damasco «no quedará impune». Para apoyar a Hamás, su aliado, este grupo bombardea posiciones fronterizas israelíes casi a diario aunque de momento no ataca objetivos lejos de la frontera.
«Es probable que Irán haga pagar a Israel, pero indirectamente y a través de sus socios y sustitutos en la región», dice Ali Vaez.
Fuente: Radio Francia Internacional.