No muy lejos de la verdad estuvieron aseveraciones del Ministro de Desarrollo Agropecuario, Augusto Valderrama, cuando expresó que muchas personas gastan excesiva cantidad de dinero en actividades festivas, sin embargo, se quejan cuando aumentan costos en los productos de la alimentación diaria.
En nuestro país proliferan unas especies de carnavales permanentes con presentaciones de artistas, rumbas descaradas en todos los consorcios sociales, parking desenfrenados e innumerables actividades parranderas donde derrochamos dinero en festines, manjares, licores e intoxicamos alegremente sin reparar en costos que acarrean nuestros jolgorios.
A fuerza de sinceros aceptemos que, donde suena un tambor y gime un acordeón, ahí estamos los panameños despreocupados, bailando, saltando, bebiendo y derrochando dinero alegremente, sin embargo, al sentir un leve aumento en los productos alimenticios nos enfadamos de tal manera que rayamos en las ofensas.
La actividad agropecuaria, que es el sector que nos nutre de alimentos, enfrenta difíciles momentos.
Carestía en los insumos, incremento en el transporte y escasa mano de obra, hacen difícil el rendimiento del sector agropecuario y, como consecuencia de los problemas financieros aumentan precios para cubrir costos especialmente en productos perecederos que prácticamente los venden a valores irrisorios.
Las actividades faranduleras proliferan. Llegan artistas extranjeros hacen una fanfarria musical y se llevan un botín monetario, especialmente el codiciado dólar.
Hoy, por ejemplo, hay Encuentro de Vallenato en el Figali donde los asistentes pagarán más de cien balboas por las meses preferidas.
Al otro extremo, en la Ciudad Deportiva Irving Saladino, habrá cartelera boxística que será un espectáculo donde reinan los precios altos y una vez finalizado el evento se celebran triunfos y derrotas de los participantes.
Panamá no deja de ser un carnaval permanente.
En cada rincón suena un tambor y la alegría significa derroche de dinero en comidas y bebidas.
Estamos acostumbrados a gastar todo hoy para pedir prestado mañana.
Consideramos que no falló el Ministro de Desarrollo Agropecuario Augusto Valderama al expresar que derrochamos en fiestas y nos quejamos cuando se incrementan costos en los alimentos.
Quizás el tono de sus expresiones no fueron moderadas pero la realidad es que la permanente actitud farandulera está minando nuestra personalidad como nación.
Derrochamos dinero en farándulas, intoxicamos nuestro organismo, olvidamos compromisos alentadores por una fiesta pasajera donde los organizadores se llevan un cuantioso botín sin importarle la salud física y financiera de los parranderos.