En el ámbito internacional, empresarios que buscan nichos donde invertir, observan a Panamá como sitio ideal para que su capital se duplique a través de empresas rentables y cuya instalación no sean complicadas.
Pero a pesar de oír pomposas aseveraciones sobre Panamá como el sitio ideal para convertirse en “hub de las Américas”, hay obstáculos que impiden que esta llamada “tacita de oro” logre su brillantez como plaza comercial.
Entre obstáculos que encuentran empresarios para invertir en Panamá con el afán de duplicar ingresos, tropiezan con las cacareadas “listas” que, para internacionalmente desprestigiarnos, nos tildan de paraíso fiscal.
Pero además de listas que aseguran somos pecadores empedernidos al servicio de la mafia internacional, también se agregan otras manchas que, al teñir nuestra reputación. Ahuyentan a los inversionistas.
Empresarios con el capital que ansían ponerlo a producir en Panamá temen al sistema judicial que alegan no es confiable; lamentan la falta de mano de obra diestra para ciertos quehaceres y, la existente, siempre tiene un pretexto para paralizar labores. Además, según los inversionistas, hay demasiados fiestas que interrumpen la producción industrial, las materias primas son inadecuadas a pesar de las proliferación de excelentes recursos.
Panamá, para los inversionistas extranjeros es una plaza ideal, pero sienten temor cuando piensa que sus objetivos serán desviadas hacia linderos nefastos que no compaginan con el ideal deseado.
Para atraer inversiones y fortalecernos económicamente quedan dos alternativas: Mejorar nuestro comportamiento laboral o perecer financieramente crucificados por empresarios espantados por el desorden jurídico.