Severos son los efectos que causan las turbulencias políticas en el comportamiento de la ciudadanía que cada vez demuestra su hastío por hechos que mortifican.
Un pueblo sometido a latigazos de mentiras, proferidas por personas que aparentan ser redentores, se siente emocionalmente acorralado por las actividades políticas que intentan hincarnos ante supuestos benefactores.
Nuestro país es un territorio rociado de beneficios que el Hado nos legó, sin embargo, parece que los administradores del Estado o los regidores del sistema judicial, acaparan el poder y utilizan sus funciones para perseguir al adversario político, frustrar y crear confusiones que inciden en el comportamiento del electorado.
Las elecciones serán un hecho trascendental en el cambio de la administración gubernamental cuyo resultado debe ser para enrumbarnos hacia condiciones prósperas y librarnos de artimañas confusas y desalentadoras.
Una ciudadanía frustrada, moralmente herida, se apresta a renovar la administración pública, pero tropieza con panoramas confusos que emocionalmente afectan e intentan tergiversar sus decisiones.
El país hierve en actividad política, pero se enfrenta a hechos confusos que inciden sobre la decisión de los votantes.
El panorama político se enturbia por el balbuceo incoherente de candidatos que creen que este país se administra con ideas insulsas que profieren en sus intentos de aparentar ser regenadores de sistemas tales como educación, salud, finanzas y el sistema judicial que tienen llagas de irregularidades que parecen incurables.
Vivimos a la expectativa de los giros que dé la actividad política que cada vez parece tener turbulencias que podrían dar al traste con un proceso que irónicamente llamamos democracia.
Las acciones de aquellos que aspiran elegirse podrían malograrse como consecuencia del fastidio de los votantes.
Nuevos rostros podrían ocupar las trincheras política, sin embargo, hay un pueblo que desconfía porque ha sido engañado y no soporta aquellas mentiras que suenan hermosas pero no generan el abundante alimento diario, no dotan de medicamentos necesarios para garantizar la salud, no frenan la inseguridad y no extirpan el analfabetismo que son las peores epidemias que martirizan a este país.