El mundo está pendiendo de un hilo, los conflictos armados empiezan a tomar un tono lúgubre y fatídico, las políticas exteriores de los que debían ser los garantes de la paz han destruido los últimos bastiones del status quo que quedaba en occidente, estamos envueltos en la peor epidemia de adicción a los opioides en la historia, cada país, por sí solo, se encuentra al borde de la crisis económica y cada grupo de Estados están al margen del quiebre. Europa ya no está tan consolidada después de tres lustros de una inmigración que se está tornando en una invasión, América está partiendo en dos esquinas que se odian a muerte y que le ha permitido a la delincuencia campar a sus anchas, Asia tiene los problemas típicos de un continente dominado por dos potencias y África, como siempre, ha pasado a la sombra del desinterés con media docena de posibles guerras civiles a la vuelta de la esquina, una epidemia y con sus mayores exponentes colapsando bajo su propio peso. En esas estamos, con un horizonte cada día más oscuro, con políticos cada día más incompetentes, con una sociedad cada día más dividida, con una economía cada día más coja y con un público cada día más desinhibido.
Pero no nos enojamos porque sigamos cayendo en los mismos errores, una y otra vez, porque nuestra libertada individual se vea amenazada ante el crecimiento de la “seguridad” colectiva o porque vemos el barranco y seguimos corriendo hacia él. No, por eso no vamos a perder un minuto de sueño. Aquí perdemos el juicio y nos volvemos locos porque una señora calva diga que se divorció de su esposo y aún fantasea con un rapero con más de 20 años de muerto. Aquí nos sorprendemos y lanzamos el grito al cielo cuando una cantante caída en la decadencia publique un libro que hable sobre los nauseabundos que se hacen tras bambalinas o porque dos hermanas, que se han hecho famosas por este tipo de jugarretas, se “peleen”.
A ver, que no estoy diciendo que el gusto por la farándula y el chisme esté mal, es gracias a él que evolucionó nuestro idioma, pero el calibre y el interés que se le da a un tema tan burdo como ese ese, la atención, cuidado y tiempo que medios de comunicación y trabajadores de la información le dan a nimiedades es otra manera de controlar al mundo.