Cuando en el mundo tronaba la Segunda Guerra Mundial, la más miserable de todas las guerras, nace el 3 de abril de 1943, en La Habana, Cuba, Carlos Albero Montaner Suris, hombre de letras cuya vida fue tan azarosa como los conflictos bélicos que durante su existencia observó.
La vida de Carlos Alberto Montaner se desenvolvió en un rosario de conflictos que padeció desde los 14 años cuando siente los efectos peligrosos de un atentado terroristas en un club social de La Habana. Además, por sus ideas liberales y repudio al régimen marxista de su país, es hostigado, perseguido, encarcelado, pero escapa y exilia para erguirse como severo adversario del régimen marxista que estrangula a Cuba la otrora “Perla de las Antillas”.
Las hazañas, literarias y políticas de Carlos Alberto Montaner, lo forjan, en el yunque de la vida, como excelente escritor, atildado combatiente de cuyo estilógrafo emanaron escritos que elevaron su prestigio como periodista y excelso caballero de las letras.
Pero después de intensa jornada de escritos y comentarios contra gobiernos que mantenía a ciertas poblaciones de América Latina sometidas bajo regímenes perversos , el pasado 30 de junio Carlos Alberto Montaner, finaliza su trotar en este mundo, su corazón sucumbe, cierra sus ojos, lanzar un último suspiro y muere, arrastrando consigo una estela de talento irrecuperable.
Su muerte enlutece a las letras universales, de América Latina, el Caribe y de esta emisora KW Continente donde “con la verdad por encima de todo” enviaba mensajes robustecidos de esperanzas que inducían hacia la reflexión sobre latigazos contra perversos administradores de regímenes corruptos que hieren la dignidad de pueblos que luchan por salir de condiciones irredentas.
Con la caballerosidad que lo caracterizó, Carlos Alberto Montaner mantuvo aprecio por Panamá y aunque aquejado por la irremediable enfermedad llamada vejez, ocasionalmente emitió, desde España, a través de esta emisora KW Continente, comentarios con esa entonación característica que lo distinguió y, recientemente, supimos de él a través del bien delineado prólogo del libro “Testigo de la Historia” de su afectuosa amiga Mayín Correa.
Hacia el infinito partió el excelente escritor, el inigualable amigo, el combatiente sensato y excelso demócrata cuyos detractores no pudieron humillar con pesetas indignas que utilizan para comprar conciencias.
Nuestras condolencias a su esposa Linda. Ella perdió un esposo, nosotros un amigo y el mundo un excelente escritor.