Y LUEGO SE PREGUNTAN QUÉ PASÓ (3 11 2024)
La gentucilla que se creen listos se regodea en su imbecilidad galopante, ellos se refocilan en su ignara inconsciencia mientras creen, (con estulta infantilidad lo creen, se lo juro), que a ellos no les va a pasar.
Les diría que miran la historia desde el balcón de su autoconvencida superioridad, pero no, ni siquiera miran la historia. Son tan idiotas que ni para leer, ni para aprender, ni para reconocer las señales. Son mulos con anteojeras que continúan, pertinaces, en su trocha, pastando a placer, si mirar lo que tienen a su alrededor.
Pero a todo cerdo le llega su San Martín, sí, a ellos también les llegará.
Si cayó Roma y con ella arrastró a buena parte del imperio, ¿pretenden que no caiga el endeble castillo de naipes que se han montando? No solo los bárbaros están a las puertas, sino que los mismos habitantes de las ciudadelas que los tarúpidos creen dirigir ya están convirtiéndose en Raab. Oh, sí.
Y me da igual desde qué lugar del charco estén ustedes leyendo esto, de allá o de acá, me importa poco porque son todos iguales. Igual en todas partes es la jarca polítiquera que se congratula de sus decisiones, que se enroca en sus convicciones. El mismo idioma hablan los fanáticos ecologistas que creen tener a la Pachamama agarrada por los pelos del coño, siendo ellos los únicos que saben interpretar su oráculo, que los que aseveran tener la obligación de ser la reserva moral de la patria. No se distinguen las creencias de unos y de otros, enarbolando estos y aquellos el nombre de su dios, el único y verdadero, dicen ellos, que es a ellos a los que escucha y a todos los demás a los que aniquila.
Son todos iguales, fanáticos, cretinos e insensatos.
Y esta panda de iluminados siempre, (siempre ha sido así y por lo visto sigue siéndolo, tenemos el mismo cerebro que un hombre del Paleolítico y las mismas instituciones que en la Edad Media, no podemos pedir mucho más), se creen estar por encima del Bien y del Mal.
Los que se las dan de salvadores de la naturaleza y terminan haciendo que sacrifiquen a una ardilla que vivía feliz con el hombre que la rescató. Los que consideran que lo de demoler azudes y presas es una buena idea porque los ríos ‘deben correr en libertad’ son iguales que aquellos que creen que con rezar el rosario fuertecito pueden paliar las consecuencias de un temporal en un país que no está preparado para resistirlo porque siempre hemos creído que nuestro dios es panameño.
Esos, unos y otros suelen ser los que piensan que ese pueblo que aguanta y calla no es capaz de agarrar una cachicuerna y liarse a navajazos hasta sacarlos de sus huecos así como los españoles lanzaron al ejército francés de la Península; los que sueñan con pajaritos preñados y no imaginan que cuando el pueblo se cabrea votan con las gónadas y no con las neuronas. Y luego todos lloramos lágrimas de sangre, porque a veces nos puede tocar un dictador amable, pero también nos puede tocar uno que conversa con los pajaritos y ahí sí que nos vamos todos a la chingada.
Luego, todos esos gilimemos enarbolarán la palabra ‘nazi’ y la palabra ‘facha’ y todas esas palabritas que no se les suelen caer de la boca, se tirarán de sus pelos rosas y verdes y con mucha indignación y muchos eslóganes preparados ad hoc harán manifestaciones para exigir que todas, todos y todes seamos iguales en comer mierda.
Toda la mierda que ellos, todos los fanáticos y los inconscientes, están preparando para los que hasta ahora están aguantando y tragando. Hasta que todo explote. Y luego, cuando a fuerza de tragar mierda, el pueblo reviente, veremos a progres, modernos, ecologistas y pendejos preguntarse, como en la canción de Rubén, «¿¡Qué pachó!?».