Es evidente que algunos políticos, aparentando ser personajes bondadosos, se aterrorizan ante la libre expresión del pensamiento.
Los tiranos, embaucadores y políticos perversos, temen a los medios de comunicación social porque saben son instrumentos legalmente constituidos que pueden desnudar las triquiñuelas que utilizan para aferrarse al poder político, perseguir, hostigar y despojar bienes valiosos de las arcas estatales.
En Panamá nos enfrentamos a un atentado contra la libre expresión del pensamiento cuando a través de triquiñuelas jurídicas, que no compaginan con los verdaderos hechos, se intenta despojar, de sus dueños, a tres importantes medios de comunicación impresos. El caso de la Editora Panamá América, que las investigaciones revelan que fueron adquiridas en buena lid, demuestra como a través un sistema jurídico manipulado, se distorsiona la real transacción y emiten fallo monstruosos para justificar una ilegalidad.
La libertad de expresión, tan sagrada como la honra, debe mantenerse. Tratar de distorsionar los hechos a través de procedimientos jurídicos amañados, demuestra la existencia de intereses ocultos, para secar la tinta de tres diarios, o arrebatarlos para conveniencia de una organización política, caracterizada por despilfarrar de los bienes públicos.
Se está tratando de clavar un puñal en el corazón de tres medios de comunicación importantes.
Si los osados logran liquidarlos intentarán embalsamarlos y dar vida, para ponerlos a disposición de un partido cuyo nombre revolucionario es una falacia política utilizada para engañar al pueblo.