Buenos días a todos. Ya sé que todos ustedes están muy ocupados, pero les voy a pedir un minuto de su tiempo para hablarles de la palabra de mi señor Satán. Permítanme contarles acerca de sus venerables mandamientos que todos debemos cumplir para lograr sus bendiciones.
El primero es que no des consejo a menos que te sea pedido y a nadie le interesa tu opinión. De este se deriva el segundo, no le cuentes tus problemas a otros a menos que estés seguro de que quieran oírlos.
El tercero puede que sientan que yo mismo estoy quebrantándolo, pero como ya en el Metro de Panamá nos han dado permiso, supongo que puedo afirmar que esto es el hábitat común, de no ser así, el mandato es que cuando estés en el hábitat de otra persona, muestra respeto o mejor aún, no entres donde no debes. Ahora bien, dice el cuarto mandamiento que si un invitado en tu hogar te enfada, trátalo cruelmente y sin piedad.
El quinto es el que seguramente les cueste más trabajo a muchos de los presentes, no hagas avances sexuales a menos que te sea dada una señal de apareamiento.
Para los políticos, en especial, es el sexto mandamiento: no tomes lo que no te pertenece a menos que sea una carga para la otra persona y esté clamando por ser liberada. Y no, nadie quiere que se roben nuestros impuestos en lugar de invertirlos en lo que deben hacer.
Reconoce el poder de la magia si la has empleado con éxito para obtener algo. ¿Cuántos de ustedes creen en las cábalas para ganar la lotería y luego se lo agradecen al Otro? Muy mal, han quebrantado otro de los mandamientos, el séptimo.
Pero no se asusten, el perdón y la bendición están al alcance de todos. La misericordia es grande si perseveran en el arrepentimiento.
El octavo mandamiento de la Iglesia de Satán dice que no te debes preocupar por cosas que no tengan que ver contigo. Especialmente dedicado a los metiches, vidajenas y bochinchosos que se la pasan con su lleva y trae.
El noveno mandamiento debería darse por sentado, pero al parecer hay que recordárselo en cada decálogo que cualquier dios quiera imponer a sus fieles: No hieras a niños pequeños. No. Hagas. Daño. A. Los. Niños. Pederesta asqueroso, porque lo que a estos pequeñuelos hagas, a mí me lo haces, dijo alguien una vez.
De nuevo, el sentido común que es el menos común de los sentidos y por ello se redactó el décimo mandamiento, no mates animales ni humanos a menos que seas atacado, o para alimentarte. Y no, no está permitido dejar a los perros atados día y noche, ni en una terraza a sol y lluvia. Los que así actúan, malditos sean.
Por último, y no por ello el menos importante, cuando estés en territorio abierto, no molestes a nadie. Si alguien te molesta, pídele que pare. Si no lo hace, destrúyelo; a ver, que no hace falta que lo mates, con un buen soplamocos suele ser suficiente, ¿de acuerdo?
Y ya, he querido interrumpirlos un momento para traerles la buena nueva de la Iglesia de Satán, porque aquel que escucha será recompensado, y aquel que dona será bendecido. ¡Hossana aleluya, hermanos!
P.S. Estoy terminando de pulir un discurso para empezar a predicar en el Metro. ¿Qué les parece? Supongo que pueda conseguir que me acompañen diez o doce misioneros para que, de vagón en vagón, logremos convertir a muchas almas a la fe verdadera. Que así sea, ya que al parecer, y por fin, se ha abierto la veda en Panamá para que todos expresen sus creencias y evangelicen en el Metro.