El gobierno francés ha abierto un nuevo frente en el Parlamento con la ley de inmigración. Los debates han sido aplazados por ausencia de mayoría en la Asamblea Nacional. El oficialismo busca nuevos aliados a la derecha. Un nuevo texto será presentado en julio, con un capítulo dedicado a la «integración por el trabajo». En Francia, ciertos sectores dependen de los trabajadores inmigrantes.
Son empleados domésticos, guardias de seguridad u obreros de construcción. Según un estudio de 2021, entre el 25% y el 40% de los trabajadores de estos sectores son inmigrantes.
Se denominan “empleos esenciales”. Sin embargo, requieren menores niveles de cualificación y altos niveles de esfuerzo físico.
Son empleos que, además, escasean. En el sector de la ayuda a domicilio y los cuidados, por ejemplo, el 85% de los empleadores afirma tener grandes dificultades para satisfacer la demanda por falta de trabajadores, según cifras de Pôle emploi, la agencia de empleo francesa.
Con su reforma migratoria, el gobierno pretende intensificar la lucha contra la inmigración clandestina y a la vez fomentar la integración a través del trabajo. «Ser malo con los malos, ser bueno con los buenos»: así lo presentó el ministro del Interior, Gérald Darmanin.
Algunos sectores de la derecha piden cuotas máximas de regularización. Una propuesta del grupo Los Republicanos, que algunos miembros del oficialismo retomaron, busca bloquear la regularización de trabajadores inmigrantes que ganen de dos o tres veces el salario mínimo, es decir al menos 2.700 euros al mes. Un ayudante doméstico a tiempo completo gana entre 1.200 y 1.600 euros mensuales.
Según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo, en Francia los inmigrantes ganan en promedio un 9% menos que los trabajadores no migrantes.
Los partidos de derecha y de extrema derecha, que quieren ponerle su toque a la ley, a menudo se refieren al modelo que existe en Dinamarca. Allí, la ley obliga a las empresas a pagar un salario mínimo anual de 448.000 coronas para obtener un visado de trabajo, es decir, unos 60.200 euros.
El ejemplo danés
Dinamarca es uno de los países de Europa con mayor rigidez en cuando a política migratoria. Los sucesivos gobiernos han hecho todo lo posible para disuadir a los refugiados de establecerse en el país, confiscando bienes o restringiendo el acceso a ayudas.
Existe una «lista positiva» de profesiones autorizadas para trabajadores extranjeros, que ha dado lugar a muy poca inmigración en los últimos años.
Con la baja tasa de natalidad de este pequeño país de 6 millones de habitantes, la mano de obra ha empezado a escasear. Un sindicato del sector público advirtió en 2020 de que en 2029 faltarían 40.000 trabajadores sanitarios y sociales, mientras que el sindicato danés de enfermeras prevé un déficit de 6.000 enfermeras.
Copenhague empezó incluso a dar marcha atrás. A finales de marzo, el Parlamento danés aprobó varias enmiendas a la ley de extranjería para facilitar a las empresas la contratación de trabajadores de países que no son de la Unión Europea.
Fuente: Radio Francia Internacional