Un verdadero cáncer social ha sido, es y será el tema de la basura en Panamá porque no hay ni voluntad política ni mucho menos capacidad para resolver el problema porque sigue viéndose como un botín para los que administran la entidad y para los contratistas.
No puede ser que cada cinco años en Panamá se tenga que invertir varios millones de dólares en la compra de camiones recolectores, botas, guantes y otros artículos, si por el otro lado, no existe una política de mantenimiento, ni de control de los equipos porque se los roban y los venden para sacarle provecho.
Ahora se debate nuevamente el tema si la recolección de la basura debe seguir en manos de la Autoridad de Aseo o volver a la administración del Municipio. Es decir, vuelven a improvisar con el asunto, porque no existen mentes competentes que puedan estudiar, analizar y concluir con una solución permanente del problema.
Para nadie es un secreto que en estas entidades es un lucro tener la crisis de basura en su apogeo, porque así buscan la manera de que se le concedan partidas presupuestarias, que al final no resuelven el problema sino que van a parar a los bolsillos de algunos “bellacos”, como se dice en buen panameñismo.
Hay un alto grado de corrupción en el tema de la basura y podrán poner ahí a un magister, a un diplomado o a quien sea al frente de la entidad, pero la crisis de la basura continuará, porque simplemente es un negocio para un grupo que ha visto en la Autoridad de Aseo una mina de hacer dinero.
Urge una solución a corto plazo, porque una ciudad sucia y llena de pataconcitos por todos lados deja mucho que decir de nuestros gobernantes. Ya dirán que es necesario conocer los municipios de otros países para ver cómo ellos resuelven este problema. No sabemos cuantos alcaldes y administradores de Aseo han viajado en cada gobierno anterior y el problema persiste. Esos paseos costosos, por cierto, nos salen muy caros y sin ningún resultado.