… que con el alma no puedo, al despedirme de ti, al despedirme, me muero. Me muero de la alegría. Y del gozo porque yo tengo un gozo en el alma, ¡we! Yo tengo un gozo en el alma, ¡we!, yo tengo un gozo en el alma y en el corazóóóóón.
Mira, Carlitos, que estoy muy contenta, para qué te voy a decir que no, si sí. Pero vamos, que tampoco te creas que soy la única que estoy hoy levantando mi copa porque te vayas al mismo infierno. Aunque a Lucifer, príncipe de las potencias infernales, la mediocridad en cualquiera de sus formas le parece tan espantosa que yo creo que ni siquiera en el Averno te van a querer, botarate.
Que has sido uno de los mayores fiascos en este gobiernito. Y mira que hasta la fecha este gobierno ha sido un tremendo fiasco, lo cual deja tu hazaña muy bien parada y demuestra lo mucho que te has esforzado en hacerlo con el culo, cagándote en la olla de leche. Y por eso, y para premiar tu esfuerzo, he decidido dedicarte esta columna antes de que te vayas a dejar el nombre de Panamá revolcado por el lodo allende nuestras fronteras, tal y como auguran que va a pasar aquellos agoreros de tu buena fortuna.
Nos vendiste, con tu labia de trilero y tu sonrisa de pazguato inofensivo, tu interés y tu empeño e ímprobo esfuerzo en pro de la cultura. Lo que demostraste no ha sido más que tu caciquismo, tu hipocresía, tu capacidad para favorecer a tus inchipinchis y tu desprecio absoluto por los mandatos que la ley imponía al puesto que tú estrenaste y que te quedó demasiado grande, como un traje hecho a la medida de un hombre que fue vestido por un pelele diosificado intentando parecer aquello que no es, nunca fue y jamás llegará a ser.
Te dedico esta columna deseando que sea la última vez en mi vida que tenga que hablar de ti y, desde luego, contigo.
Te vas dejando un ministerio nuevo, un despacho amueblado por el que no me olvido de que pagaste cerca de medio millón de dólares a costillas de los contribuyentes en medio de una pandemia, mientras los artistas nos comíamos un cable, mientras tus amigos disfrutaban prebendas y no trabajaban en lo que se supone que tenías que haber hecho, ni reglamentábais la Ley de Cultura, tan baboseada y referida por ti y tus adláteres en aquellos medios de comunicación que aún os permitían que fueseis a mentir, despiadadamente y en vivo y directo, en sus estudios, ni se creaba el Consejo, que también por mandato legal debiste haber convocado.
Has sido un mamerto inútil y dañino, has dejado la cultura y a sus gestores en una situación deplorable, has tratado con desprecio y soberbia a los que de verdad se dejan la piel tratando que Panamá no sea un erial cultural, y tus salidas de tono y tus mentiras te han convertido, en el imaginario colectivo en un ser patético y deleznable. Eres una basura y como tal deberías sentirte a solas en tu cama, a obscuras y cuando tus palmeros dejan de decirte al oído lo bonito que es tu traje cuando en realidad no eres más que un pendejo.
Así que hala, desaloja tu culo de tu silla ergonómica enrolla tu gigantografía, los contribuyentes que la hemos pagado te la regalamos, métetela allá donde buenamente te quepa y lárgate con viento fresco.
A pesar de que los que quedamos estamos aterrorizamos pensando en la famosa frase, ‘Otro detrás vendrá que bueno me hará’, por lo menos estamos seguros de que sea quien sea, por lo menos será un poco más guapo y tendrá mejor gusto al mentir.