Vida es aquello que te atropella mientras te empecinas en mantenerte al margen. Vida es saber que el momento no es dentro de una semana porque dentro de una semana es probable que ya no sea el momento.
Vida es no tener miedo porque corres mucho más que él y lo dejas atrás en tu galopada salvaje hacia el precipicio por el que todos vamos a despeñarnos antes o después, pero tú debes decidir si quieres hacerlo como la piara de cerdos endemoniados o si prefieres lanzarte por él en un triple salto con tirabuzón que acaba en un escandaloso chapuzón final que deje a todos empapados y sonriendo. No sé ustedes, pero a mí me gusta mucho más la segunda opción, la de comerme la vida a mordiscos, cuanto más grandes, mejor.
Llevamos casi dos años dentro de una película de serie B, nos han encerrado, amordazado y perseguido por nuestro bien; nos han prohibido beber, prohibido salir, prohibido hablar, toser o estornudar; nos han apartado de los espacios públicos para poder meter mano a diestra y siniestra en los fondos públicos, pero el ser humano, como las cucarachas, sobrevive, se reproduce y medra en condiciones insólitas. Y aquí seguimos los que seguimos, lloramos las pérdidas, recordamos a los que se fueron y seguimos adelante. ¿Que soy cruel? Puede que sí, pero ¿saben qué?, no se engañen, como dice mi señor padre, nadie pisa raya el día antes y nadie se va a meter en la fosa con ustedes cuando sean ustedes los que se vayan.
Vida es eso que está más allá de la ratonera en la que nos han querido enclaustrar, vida es caminar por otros derroteros, poder darte cuenta de que hay otra gente, otras voces, otras formas de ver y entender el tiempo, la comida, la bebida, la alegría. Vida es dejar que lo que no es tuyo te muestre cuán diferente a ti es el otro. Y eso solo se logra viajando.
Si algo nos ha enseñado la pandemia que aún colea es la fragilidad de la vida, (si alguno de ustedes aún no lo ha aprendido le recomiendo que se ponga al día lo antes posible, la vida no suele rehabilitar materias), ninguno de nosotros tenemos asegurado el día de mañana, ¿en serio hay personas que están esperando hacer cosas ‘cuando se jubilen’?
Dejen lo urgente, aférrense a lo indispensable, aprovechen a los que aman, coman, beban, rían, y viajen. Antes de lo que creen el tiempo se les escurrirá de entre los dedos y se darán cuenta de que ya nada pueden hacer para recuperarlo. Olvídense de la panda de golfos apandadores que nos desgobiernan y vivan por y para ustedes, nadie puede hacerlo por nosotros mismos más que nosotros mismos y mantener una fachada tan solo de cara a la galería es demasiado cansón (y para qué engañarnos, demasiado estúpido).
El ser humano es nómada por naturaleza, desde las huellas que dos pequeños homínidos dejaron marcadas hasta las estelas de los aviones que tajan el cielo, nacimos para no quedarnos quietos.
¿Están creyendo ustedes que solo se puede viajar al extranjero? Piensen de nuevo, Panamá tiene miles de lugares maravillosos, desde una a la otra punta, láncense a descubrir al otro: salga de su barriada, amplíe su mirada, quítese las legañas, desempolve sus piernas, camine, recorra, sorpréndase. Hágase a usted mismo un favor, viva antes de morirse, que el que nos sacrifiquemos hasta la extenuación no hará ninguna diferencia cuando nos muramos y los que vengan, hagan suyo el dicho que reza “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.