Es un dolor de cabeza esto de que se muera el tío abuelo, ese viejecito que se aferraba a su casita de quincha, allá en el pueblo. Es un desbarajuste para la vida de los sobrinos nietos, con su vida complicada y moderna, sus casas modernas y sus fines de semana en la playa. Es un horror porque hay que ponerse de acuerdo, a ver ¿quién va a hacerse cargo del cadáver? ¿Quién se encarga de arreglar el tema de la sucesión de las tierritas que aún trabajaba? ¿Qué hacemos con las cabezas de ganado? Mata al perro que lo acompañaba en sus últimos años, es viejo y ese mil leches rabón y pulgoso no se va a juntar con nuestra Fifí. ¿Y las cosas? Buuuuuf. Un problemón eso de deshacer la casa, ¿quién va a querer la tinajera? Y el poco de cosas viejas, a las que hay que darles mantenimiento. ¿Sabes qué? Prende una hoguera en el patio y quémalo todo y de paso tiras allí mismo el cadáver de Tigre, que el perro fiel ya debe haber terminado de agonizar con el veneno que le diste.
La herencia, el patrimonio de los ancestros, para sociedades a las que les han robado la memoria y la identidad, como la panameña, es una carga demasiado pesada para mantenerla viva. Es un coñazo eso de proteger y custodiar ese poco de cosas viejas. ¿A quién le puede importar que se estén subastando siete piezas de cerámica panameña en Múnich la semana entrante?
A nadie, como a nadie le interesa saber qué es lo que pasó en realidad con las piezas que se robaron la madrugada del domingo quince de agosto en la capilla San Juan de Dios de Natá. El lunes 16 de agosto la Fundación Natá de Los Caballeros Siglo XXI interpuso la denuncia ante el Ministerio Público, y la noche siguiente alguien devolvió 10 de las 25 piezas que fueron dejadas dentro de dos cartuchos en el porche de la casa de uno de los miembros de esta fundación. Hacía apenas una semana que el Ministerio de Cultura realizó un inventario de las 176 piezas que habían sido donadas por los habitantes de Natá, ¡qué curioso que el robo se diera precisamente cuando ya todas las piezas estaban registradas, datadas y autenticadas! Esta noticia se ha olvidado, las pesquisas nunca lograron dar con los responsables y no sabemos qué ha ocurrido con el resto de las piezas hurtadas, ¿se encontraron las otras quince faltantes? Silencio administrativo e impunidad del delito.
Lo más importante es que este hecho no es un hecho aislado y es muy curioso que apenas un mes después aparezcan, después de mucho tiempo, piezas precolombinas panameñas a subasta, esta vez en la casa de subastas Gerhard Hirsch Nachfolger, de Múnich.
Y yo no puedo dejar de hacerme la pregunta que al parecer a nadie se le ha ocurrido hacerse, ¿son las mismas piezas? ¿Hay en este lote alguna de las piezas robadas en Natá? ¿Sí? ¿No? De ser la respuesta positiva, ¿cómo salieron de Panamá? ¿No lo saben? ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido cotejar para eliminar la posibilidad? De ser la respuesta negativa ¿no se han enviado ya a Alemania a ningún experto que vaya a revisar la documentación de las piezas.
Ya, señores, ya sé que la respuesta a todas estas interrogantes es la misma. No se ha hecho nada, no se hace nada porque a nadie le importa un ardite, porque las piezas precolombinas panameñas son la herencia del tío abuelo, una carga, un coñazo del que nadie quiere hacerse cargo.