Desde la caída de la Unión Soviética, Cuba había mantenido buenas relaciones con las repúblicas sucesoras. Mientras la isla guardaba un especial vínculo con Ucrania por los más de 26.000 niños atendidos gratuitamente en La Habana tras la catástrofe de Chernóbil, la cooperación con Bielorrusia era la que menos se había desarrollado.
El conflicto ruso-ucraniano vino a invertir los papeles y a confirmar que Cuba ya había abandonado a Ucrania desde el día en que Rusia anexó Crimea, el 18 de marzo de 2014. La Habana guardó silencio en ese entonces como también lo hizo al estallar la guerra en febrero de 2022.
Una nueva señal de esa ruptura apareció a principios de 2024, pero esta vez del lado ucraniano, cuya bolsa de valores desplazó a Cuba a la lista de países de riesgo, junto con Birmania, Siria, Rusia, Bielorrusia, Irán y Corea del Norte.
Alimentos, honores y armas
Cuba, que en 2023 registró una inflación del 30% y una contracción del 2% de su PIB, ha reducido en varias ocasiones su producción energética, incluso al 50%, debido a repetidas fallas técnicas y a la falta de combustible para generarla, y también ha visto triplicarse el precio de los cereales desde que estalló el conflicto ruso-ucraniano. Ante estas dificultades, el Gobierno cubano “ha intentado encontrar nuevas relaciones por cualquier parte del mundo, con muy diversos países como Turquía, los Emiratos, China, Brasil, México, y por supuesto Bielorrusia es uno de ellos”, explicó a RFI Jorge I. Domínguez, investigador jubilado de la Universidad de Harvard y especialista de Cuba.
En junio de 2022, una delegación del Ministerio cubano de Agricultura se trasladó a Minsk para asistir a Belagro, una de las ferias agrícolas más importantes de Europa del Este. Santiago Pérez Benítez, el embajador cubano en Bielorrusia y quien lideraba la comitiva, dijo a la prensa bielorrusa que su país buscaba modernizar sus equipos agrícolas, desarrollar la colaboración y la inversión en el sector ganadero, e importar alimentos, “en particular productos cárnicos y lácteos”, detalló.
Y aunque en temas económicos los dos países parecían estar satisfechos mutuamente -el aumento de los intercambios comerciales se estima en un 300%- las discusiones dieron un giro en 2023, cuando el 29 de noviembre anunciaron un “Acuerdo de Cooperación Militar” y un “Plan de Eventos Bilaterales para 2024”, pero de los cuales ni Cuba ni Bielorrusia han dado detalles.
Domínguez considera que Cuba estaría interesada en equipos y piezas de repuesto de la antigua Unión Soviética, “que es el equipamiento militar que Cuba todavía tiene, que ya es por supuesto viejo, y que si se rompe, requiere piezas de repuesto. Ese es el aspecto militar más fácil de una relación entre Cuba y Bielorrusia, que por otra parte no tienen manera de ayudarse en caso de alguna crisis. Y es lo que me imagino, digo me imagino, porque esta no es una noticia pública”.
¿Armas nucleares en Cuba?
Víktor Jrenin, el ministro de Defensa bielorruso, visitó la isla a finales de enero de 2024, donde su homólogo cubano, Álvaro López Miera, lo condecoró con la Orden Nacional Playa Girón por su ‘lucha contra el imperialismo’. En uno de sus discursos, Jrenin citó al presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, quien considera que la fuerza militar se ha convertido “lamentablemente en la base de las relaciones diplomáticas” debido a las guerras que asolan al mundo.
Según medios bielorrusos, Cuba habría expresado a finales de 2023 su interés por lanzaderas de misiles Polonez que tienen un alcance de hasta 300 kilómetros. A pesar de que la isla no tiene fondos para realizar este tipo de adquisiciones, el profesor Domínguez considera que Cuba, para mantenerse en pie de guerra frente a una posible agresión de Estados Unidos, requiere invertir en ejercicios y equipo militar que puedan “castigar a una invasión estadounidense, e inclusive con cohetes de medio alcance que puedan llegar al sur de la Florida”. “Esa es una vieja estrategia que fue identificada por primera vez por el general Raúl Castro en 1960, y ha sido repetida una y otra vez hasta el presente”, destaca.
Por otra parte, Bielorrusia permitió en 2023 el ingreso de armas nucleares rusas para disuadir a sus adversarios de una agresión. Días antes de visitar Cuba, Jrenin anunció una nueva doctrina militar que contempla el despliegue de estas armas por todo el país y, si fuese necesario, transferirlas a sus aliados.
No obstante, Domínguez descarta que Cuba participe en esta estrategia ya que cualquier entrada de armamento nuclear a la isla “sí crearía una grave crisis en la relación con Estados Unidos. El gobierno cubano ha sido muy cuidadoso, sobre todo desde el derrumbe de la Unión Soviética, en no meterse en ese gigantesco lío”.
Además de mantenerse favorable a la eliminación total de armas nucleares, el investigador explica que la isla caribeña no comparte todas las estrategias bélicas de sus aliados: “Cuando hubo ejercicios militares hace un año al este de Siberia, participó un pequeño contingente nicaragüense, un pequeño contingente venezolano, pero no participaron las fuerzas armadas de Cuba. Otro ejemplo: hubo un intento por parte de una agencia rusa de reclutar a cubanos para que se incorporaran en las fuerzas armadas en la invasión a Ucrania, y el Gobierno cubano interrumpió el proceso, se quejó públicamente, e impidió que continuara ese reclutamiento. En estas cosas el Gobierno cubano ha sido muy cuidadoso”.
Alexandr Lukashenko es considerado el principal aliado de Vladimir Putin. La última vez que se reunió en Minsk con Manuel Marrero, el primer ministro cubano, le pidió contar con su apoyo para ampliar la presencia de su país en América Latina.