A fuerza de sinceros debemos admitir que la organización de los comicios del 5 de mayo, por el Tribunal Electoral, se desarrollan con la eficiencia que la ocasión amerita, sin embargo, siempre hay detalles que personas inconformes consideran no son adecuadas.
Dentro del programa de actividades que elaboró el Tribunal Electoral, organismo rector de los comicios, se mencionan la invitación a nuestro país de representantes de organismos internacionales para que, como observadores, acrediten y den fe de la pureza del escrutinio.
Invitar a observadores internacionales que no tengan vínculos con aspirantes a cargos públicos, les permitirá ser testigos de la supuesta pureza de los comicios, por lo tanto, se convierten ante el mundo, como voceros y portaestandartes que aleguen que en Panamá durante las elecciones no se realizaron alternaciones a la voluntad popular.
Pero así como los invitados especiales serán observadores de la pureza del proceso, también deberían permitir a los aspirantes a cargos públicos, especialmente a los candidatos a la presidencial, reunirse con ellos para explicarles como mediante una serie de proceso legales amañados se enturbian aspiraciones de ciertos candidatos para favorecer al abanderado del partido gobernante cuya sonrisa burlona en vez de generar simpatías produce fastidio.
La presencia de los observadores internacionales constituyen una garantía para decir que el proceso fue limpio, si así lo confirman, pero una reunión con candidatos perseguidos y acosados judicialmente, permitiría a los visitantes extranjeros, conocer el enturbiado proceso legal que utilizan los rectores del sector gubernamental para apartar al favorito de los aspirantes a la presidencia a quien temen por su avance arrollador para, clamado por el pueblo, enterrar al partido que otrora fue un brazo político de la dictadura militar y ahora, con el mismo germen del pasado nefasto, se torna perseguidor al sentir que el pueblo hastiado utilizará el voto como cuerda revanchista para ahorcar sus pretensiones.