Con el Desfile de las Mil Polleras, cuyo epicentro de actividades fue la ciudad de Las Tablas, honrosamente llamada “La Cuna del Folclor “, se inició, como un volcán en erupción, el calendario de actividades que con tintes faranduleros se desarrollarán durante todo el año.
Somo un país afiebrado de jolgorios y no descansamos cuando sentimos el repicar de tambores, pero además del extenso calendarios de ferias, aunadas a la celebración de eventos musicales y otras francachelas folclóricas se aproximan las elecciones, un evento que, de desarrollarse en buena lid, transformará a toda la estructura gubernamental y enrumbará a la nación hacia senderos donde la prosperidad se esparza a todo los confines sociales y no se concentre en el puño acaparador de una casta privilegiada.
Un pueblo, harto de engaños, se prepara para marchar enconado hacia el recinto electoral donde, con su voto, espera saciar su venganza frenando el relajo existente donde el mando gubernamental se ha tornado en una arrebatiña financiera , circo de chistes, certamen de mentiras, principados y relajitos de mal gusto que no apetecen al pueblo.
Vienen las elecciones y un pueblo va de frente hacia la dignificación de este país que políticamente pareciera un cascarón flotando en un mar embravecido por las desilusiones.
El calendario de actividades es extenso; durante todo el año habrá actividades faranduleras esparcidas por todo el país, pero también tendremos un período de reflexión para permitir que el hastiado pueblo panameño analice la decisión electoral que tomará y se prepare para marcialmente desfilar hacia los centros de votación y con fervientes deseos de reinvindicación social clave el puñal de sus desilusiones a quienes, mediante engaños, nos robaron las esperanzas de sofocar nuestra precarias necesidades usurpando nuestros beneficios colectivos.