Nunca, en la trayectoria histórica de la República de Panamá, su pueblo se había decepcionado tanto por calamidades de los administradores del Estado.
Hace cinco años al escuchar a nuevos administradores del Estado anunciar proyectos que nos darían una vida placentera, nos embriagamos de ilusiones sin embargo, todo un pueblo se frustró. La decepción se expandió a tal extremo que generó protestas.
Las promesas que se hicieron a te país parecieron que nos anegarían de prosperidad, sin embargo, el ambiente se oscureció y el partido gobernante en vez de organizar su salida airosa, cierra el escenario político con protestas por p promesas incumplidas.
El listado de fracasos es sorprendente: transporte colectivo desastroso; el país es un gigantesco basurero; la falta de agua potable martiriza a miles de personas y para colmo se están secando los lagos que abastecen al canal.
Es extenso el rosario de iniquidades. No hay medicamentos en hospitales, las calles están agujereadas, no existe seguridad, la alimentación es prohibitiva y la ciudadanía vive embriagada de preocupaciones.
Qué lástima!… Nos prometieron mejores días y se van dejándonos una economía maltrecha; un país caótico y una listado de irregularidades mortificantes.