Cuando el gobierno presidido por Laurentino Cortizo Cohen, asumió la administración del Estado, proliferaron esperanzas de que el país saldría del fango económico hundido por su antecesor.
Inicialmente el pueblo celebró las gracias del inquilino del Palacio de las Garzas que se autoproclamó “el primer obrero del país” lanzando una serie de epítetos , que inicialmente parecieron graciosos, pero se tornaron ridículos porque un pueblo enfermo no se ríe, menos con el estómago vacío.
Con el transcurrir del tiempo la administración estatal se tornó nefasta y empeoró con la pandemia cuyas repercusiones postraron el sistema económico obligando a los panameños cambiar horarios laborales, implantar novedosos sistemas educativos y someterse a medidas sanitarias a la que no estábamos acostumbrados.
Las dificultades nos obligaron ser solidarios con nuestros semejantes pero, al parecer, los encargados de administrar el Estado vieron la oportunidad para inclinar la balanza económica para favorecerse ellos o sus allegados. Para unos la pandemia fue un martirio y, para otros, una oportunidad económica.
Aquella pandemia nos enseñó ser precavidos en aspectos sanitarios, pero también nos alertó que ciertas cosas no estaban acordes con la situación que nos mortificaba.
Los afiliados al partido gobernante, que estaban bien, alardeaban liderazgo político pero fueron distanciando su atención de los problemas sociales para acomodarlos a sus intereses personales, a tal extremo, que crearon un monstruoso resentimiento que ahora se les hace difícil aplacar. El pueblo se hastió. Se encolerizó y está en las calles.
La situación del país no es la mejor. El pueblo no escucha llamados de paz, clemencias, ni reconciliaciones que detengan su furia.
El partido gobernante, principal generador del caos, acepta que la explosión social surge como consecuencia de “la exposición de un multitudinario descontento” que ellos crearon y ahora no pueden frenar.
Además reconocen que la furia popular es motivada por “la ausencia de un modelo político – económico de ejecutorias sociales justas, equitativas y con equidad”. También fallaron al no crear lo que ellos llaman “inversión social que pueda generar impacto de cambios positivos en la calidad de vida de las grandes mayorías”,
Después de ignorar las voces populares y sacar ventajas de sus posiciones políticas, ahora, descaradamente, piden “agilizar una salida de la crisis “.
Que descaro. Crearon el monstruo que amenaza con destruir el país y ahora que no pueden dominarlo, imploran la paz.