Los combates entre Hezbolá y el ejército israelí se intensifican a diario y la escalada, que se limitaba a unos pocos puntos, se extiende ahora a toda la frontera.
Los asaltos involucran artillería, cañones de tanques, drones y helicópteros. Hezbolá ha perdido ya una quincena de hombres y en los ataques murieron tres civiles, incluido un periodista.
Del lado israelí hay tres muertos.Washington, Londres y Berlín han solicitado a sus nacionales abandonar el territorio. París pide no viajar al Líbano.
Sin embargo, aún no se trata de una guerra total, ya que Israel y Hezbolá intentan atenerse a las normas tácitas de enfrentamiento vigentes desde la guerra de 2006.
Los enfrentamientos, aún siendo violentos y mortíferos, siguen confinados en la región fronteriza del sur y los protagonistas evitan por el momento atacar zonas residenciales.
Nasralá no se pronunciaPor ahora, el secretario general de Hezbollah, Hassan Nasralá, acostumbrado a hablar durante momentos clave y crisis graves, no ha dado ninguna declaración.
Expertos apuntan dos posibles razones. Primero, Hezbolá e Irán aún no han tomado decisión definitiva alguna sobre la actitud que adoptarán ante la situación actual.
La segunda razón es que Hassan Hassan Nasralá, que domina las tácticas de la guerra psicológica, está dejando planear dudas sobre sus intenciones y así sorprender a los israelíes y dar margen a los iraníes en posibles negociaciones indirecta.
Libaneses divididos
Los libaneses están profundamente divididos sobre la eventualidad de involucrar al país en la guerra.
El miércoles 18 de octubre, miles de partidarios de Hezbolá salieron a manifestar en la calles de los suburbios del sur de Beirut tras el ataque al hospital Al Ahli de Gaza, reclamando a Nasralá que declare la guerra a Israel.
Otro sector de la población teme una guerra en plena crisis económica. Las arcas del Estado están vacías y la comunidad internacional y los países árabes están perdiendo interés en el país.
En este contexto, cualquier reconstrucción como que se llevó a cabo tras la guerra de 2006 sería imposible.
Un gobierno impotenteLos rivales políticos tradicionales de Hezbolá alertan que cualquier implicación en la guerra iría en contra de los intereses del Líbano y que el país debe mantenerse al margen del conflicto actual.
Las autoridades, por su parte, parecen impotentes. El primer ministro Najib Mikati repite a sus socios extranjeros que el gobierno no está en condiciones de decidir entre la guerra y la paz.
Fuente: Radio Francia Internacional.