El 16% de personas extranjeras en Panamá son estudiantes, pero no tienen el estatus de residentes. El Estado debe garantizar el acceso a la educación para los niños, niñas y adolescentes en condición de migrantes irregulares y refugiados. Pero lo cierto es que existe una diversidad de hechos alternos que afecta a esta población, como es el impedimento para asignarles un cupo en las escuelas públicas, la xenofobia, discriminación o el bullying, ante los cuales hay un inminente silencio.
Por Zaida Herrera y Grisel Bethancourt
Reportaje especial
Xoan tiene solo 11 años, su mente privilegiada lo lleva a recordar que llegó de Venezuela en el 2017 a la ciudad de Panamá en avión, junto a su abuela, el padre, un tío y dos hermanos como si fuesen turistas, pero las razones de llegar al istmo centroamericano eran más profundas: huían de la situación política de su país, narró Pablo, su padre.
A tan corta edad, Xoan comprende que tiene el estatus de refugiado, lo que no le hace ser diferente al resto de los niños. Asiste en igualdad de condiciones al sistema escolar y mantiene notas que lo distinguen en el cuadro de honor, pero hay circunstancias muy dolorosas que ha enfrentado debido a la violencia física, discriminación, bullying y xenofobia.
La legislación en Panamá establece que todos los que viven en el país en condición de solicitantes de refugio, desplazados, en movilidad y migrantes irregulares, niños, niñas y adolescentes (NNA), tienen derecho a recibir del Estado una educación integral. La Oficina Nacional para los Refugiados de Panamá (ONPAR), afirma que el acceso a la educación debe darse sin ningún tipo de discriminación (artículo 91 de la Constitución de la República de Panamá y Ley Orgánica de Educación – Ley 47 de 1946).
Xoan es parte de los 14,851 estudiantes extranjeros que fueron matriculados en escuelas oficiales o públicas del país hasta noviembre de 2022, según las últimas cifras del Ministerio de Educación; pero esta misma situación no la vive Christian, un niño de nueve años, nacido en Colombia y quien llegó a la ciudad de Panamá, junto a su madre Maye, desde Medellín, en el primer trimestre de 2023.
Este dúo familiar arribó vía aérea al país, con sueños de un mejor futuro para Christian debido a las limitaciones económicas que vivía su madre en Colombia. Uno de esos sueños era la educación pública del niño, sin embargo, una barrera frenó ese anhelo: aunque contaba con los documentos escolares en mano, la directora del plantel en el distrito de Panamá, le negó su ingreso. ¿La razón? La falta de otros documentos escolares y falta de cupo.
A Christian, el Estado no le garantizó, como niño migrante, sus derechos tutelados: “la falta de documentos no impide el acceso al sistema educativo, según lo regula el Decreto Ejecutivo 1225 de 21 de octubre de 2015”, establece ONPAR.
Como si fuera coincidencia, en marzo de este año, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) advirtió, que 3,7 millones de NNA de América Latina y el Caribe en movilidad, estarían en un inminente riesgo de exclusión educativa.
Las condiciones existentes en los países de origen de estas familias han propiciado el aumento de la movilidad. En el caso de Maye, la madre de Christian, el problema socioeconómico y la falta de una vivienda propia la trajo a Panamá y, por otra parte, el padre de Xoan, Pablo, argumentó una persecución en su contra como opositor sindical al gobierno de su país.
UNICEF ha recalcado que en toda América Latina y el Caribe, los NNA migrantes y refugiados se enfrentan a menudo a importantes obstáculos para acceder a los servicios que necesitan para su bienestar. El organismo internacional subraya que, con la situación de la niñez migrante y refugiada, “muchos carecen de educación, atención sanitaria adecuada y protección, durante el tránsito y al llegar a su destino. Puede resultarles difícil sentirse como en casa en nuevas comunidades”.
IGUALDAD PARA LA NIÑEZ
El pequeño Xoan ha alzado su voz, considera que tras su experiencia debe existir “igualdad para todos los niños” que viven en el país. El motivo que lo lleva a mencionar esta frase insistentemente, son las circunstancias que pasó, que le produjeron tristeza y exclusión sin comprender el porqué él era el blanco de ataques por parte de otros niños. Enfatiza que no debe haber diferencias entre los niños de Panamá y los extranjeros que estudian en planteles escolares.
Además, a Xoan, tras llegar a Panamá el sistema educativo no lo dejó ingresar con sus hermanos ni como estudiantes ni como oyentes en un aula de clases, se tuvieron que quedar en casa por varios meses, al año siguiente fue a través de la Defensoría del Pueblo que los admitieron en un centro escolar, a pesar de tener sus documentos escolares de origen y en regla.
Muchas familias como la de Xoan, tienen altas expectativas al llegar al país que han elegido como destino, pero la realidad de algunos casos es que los niños migrantes y en movilidad sufren el rechazo en las aulas y otros podrían quedar fuera del sistema porque se les niega un cupo, como a Christian. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), señala que quienes migran se ven obligados a interrumpir sus estudios, así como a enfrentar múltiples barreras.
Xoan es parte de los 22 mil NNA migrantes insertados en el sistema de educación panameña y del 42% de niños y niñas venezolanos refugiados en otro país, según los registros de UNICEF, pero que a pesar de los esfuerzos de sus padres por querer una estabilidad en la educación, ha sufrido algún tipo de vulnerabilidad manifiesta.
Para la UNESCO, tanto las niñas como los niños sufren acoso. Sin embargo, hay diferencias en la forma de acoso. Las niñas sufren de acoso psicológico y los niños quedan expuestos al acoso físico, y a la violencia física en general, situación que vivió Xoan.
Es parte de la realidad de muchos NNA en el mundo, un factor de vulnerabilidad también en Panamá que afecta a estas poblaciones extranjeras por violencia de origen étnico o de ubicación territorial, sostiene la UNICEF.
La Organización Global de Prevención ante el Bullying, con su observatorio para Panamá, establece que el acoso escolar en el país es de de 48,3%, siendo la cifra más alta de casos en Centroamérica. Asimismo, el portal Bullying Sin Fronteras, especifica que son 10 mil 550 casos entre 2022 y 2023.
Al transcurrir la conversación con Xoan, en el Parque Urracá, bajo un frondoso árbol, espresó que entiende muy bien el tema de la migración y del porqué ahora es un niño refugiado en Panamá. Al mismo tiempo abrió sus tres cuadernos de dibujos coloridos de anime, que ha delineado en cada página a la perfección, y que mostró orgulloso.
Su abuela le ha enseñado valores, basados en la biblia y en el amor de Dios, para superar las barreras; narró Xoan. También recibe atención psicológica. Lee libros de cuentos y le encantan las matemáticas, lo que le mantiene con un promedio arriba del 4.7.
Su educación pública la complementa con clases de arte y danza.
La Defensoría del Pueblo estuvo al frente de su caso, lo que fue fundamental para que no se siguieran vulnerando sus derechos de igualdad que le asiste como menor de edad, lo que coadyuvó a mejorar su calidad de vida educativa y social.
La psicóloga Adelaida González, de la División de Unidades Especializadas de la Defensoría confirmó la atención de casos de bullying en esta entidad a nivel escolar contra niños migrantes. Argumentó que en el contexto educativo el ser migrante es un factor que potencializa el acoso escolar y lo ha percibido durante las intervenciones que han realizado. “Mientras no se concientice el sistema educativo, se debe intervenir para prevenir con las herramientas existentes el bullying escolar, sin distinción de nacionalidad del menor de edad, por lo que deben trabajar más fuerte en el interés superior de los NNA”, dijo González.
Al respecto, la Defensoría del Pueblo realiza capacitaciones a los educadores en temas de derechos humanos de los NNA, con la aplicación de la Ley No 289 de 2022, que promueve la no violencia en las instituciones educativas.
LE NIEGAN LA EDUCACIÓN
Christian es un niño migrante irregular, que ingresó como turista. Pasa casi ocho horas en silencio y entretenido, viendo juegos en un celular, en el local donde su madre, Maye, labora como estilista. Mientras tanto, 1,008,635 NNA asisten a clases en el país, pero él no puede.
A siete meses de su llegada, Maye, fue más de tres veces a una escuela primaria pública en Parque Lefevre, con los papeles y certificaciones escolares de Colombia, pero fue un suplicio, no aceptaron al niño. Las tres primeras veces que pidió hablar con la directora, no le dieron acceso al plantel, y en la cuarta ocasión, una madre de familia la ayudó, pero al hablar con la directora, fue rechazado de una manera tajante y el trato no fue cordial. Christian ha perdido el año escolar.
Maye sabe que en todos los países del mundo los niños están amparados por los derechos humanos, y siente dolor cada día de ver a Christian sin poder educarse. No tiene con quien dejarlo en casa y él la acompaña mientras trabaja para buscar mejores horizontes en nuestro país.
A ella le preocupa su estatus irregular y que el niño vuelva a perder el año escolar.
“Quiero estudiar, pero ya me quiero devolver a Colombia para estar con mis hermanos y para ir al colegio”, sostiene Christian, quien no deja de mirar el celular. Entre sonrisas, acepta que le gusta Panamá, pero no puede ir al colegio como los demás niños del país.
Diógenes Sánchez.“En Panamá hay estudiantes extranjeros que provienen de países como: Venezuela, Colombia, Nicaragua y República Dominicana”
El Ministerio de Educación ha establecido que para escolarizar a un niño migrante o refugiado deben dirigirse a la Dirección Regional del Ministerio que corresponda con su domicilio para validar los documentos educativos de origen.
La educación es un derecho universal y todo niño o niña tiene derecho a recibirla coinciden los dirigentes magisteriales Luis López y Diógenes Sánchez de la Asociación de Profesores de Panamá. Sobre el particular, López hace énfasis en que el alto flujo de niños migrantes en movilidad complica el sistema escolar porque prácticamente los centros educativos tienen una matrícula elevada y el hacinamiento es notorio. Lamenta que miles de niños migrantes irregulares no tengan una atención educativa integral, por lo que propone buscar mecanismos especiales para crear albergues educativos.
El docente Diógenes Sánchez considera que no importa la nacionalidad y la procedencia, todos los niños tienen el derecho a estudiar en cualquier centro escolar público basado en la protección de las leyes nacionales. “En Panamá hay estudiantes extranjeros que provienen de países como: Venezuela, Colombia, Nicaragua y República Dominicana, en su mayoría, que nosotros hemos atendido y eso es síntoma de la situación que viven en sus países, donde los padres han buscado mejores destinos y esperanza”.
Para este reportaje se envió un cuestionario a la oficina de prensa del Ministerio de Educación, donde se informó que estaba siendo tramitado con las respuestas. En él se solicitó conocer la importancia del criterio de rechazo de ingreso en algunos planteles de niños migrantes, también se preguntó, sobre cuáles son las instrucciones en materia de derechos humanos a las direcciones de los planteles y si los docentes son capacitados debido a la presencia de NNA migrantes y refugiados en Panamá que requieren el acceso a la educación. Al cierre del reportaje no se recibió la respuesta.
Durante la investigación se pudo constatar otro caso de una niña migrante de Colombia, que reside en la capital, que le fue negado el cupo en dos planteles públicos en el 2022, donde se argumentó, además de la falta de cupo, los documentos incompletos. La madre tuvo que hacer un sacrificio para pagar los estudios de la menor de edad en una escuela privada con apoyo económico de familiares que hacen envíos de dinero desde el extranjero.
TEJIENDO AMANECERES
Con una política de protección a los NNA migrantes, la organización Fe y Alegría en Panamá, dirigida a la educación popular integral y la promoción social, utiliza las herramientas que facilitan el cumplimiento de los derechos humanos y la necesidad de proporcionar el respeto, el cuidado y asistencias especiales en razón de su vulnerabilidad. Elías Cornejo, coordinador del programa para migrantes, explicó que este no se circunscribe solo a la movilidad por Darién, sino que un 20% de la población es migrante establecida en el país, calculando unas 600 mil personas que viven en Panamá, por lo que han orientado su ayuda a los más vulnerables.
Cornejo también menciona que hay una población migrante importante de venezolanos, colombianos, nicaragüenses y más recientemente de cubanos, dentro de esa realidad comenzaron a notar que las parejas y madres venían con sus hijos, donde hay características de los que nacieron en su país de origen y, por otro lado, los que nacen en Panamá y los consideran aún extranjeros o población migrante.
Es por ello que decidieron reprogramar la tarea educativa para integrar a la población migrante y panameña y juntar a niños nacionales para que también interactuaran, es así que nace el programa “Tejiendo Amaneceres”, para los niños que tejen el hilo y así salir de la vulnerabilidad a través de la educación.
Elías Cornejo“El sistema educativo debería incluir la interculturalidad”
Fe y Alegría creó un apoyo de bonos educativos o becas para niños que estudian, a través de un fondo propio, y la donación de fundaciones privadas, panameñas y extranjeras, lo que garantiza la permanencia escolar de 150 NNA migrantes, solicitantes de refugio y panameños. Cornejo, también educador, dijo que hay que darles las condiciones a la niñez y juventud para estudiar y aquellos que tienen dificultades de conocimiento se les brinda reforzamiento educativo y cultural con programas literarios y científico-culturales. Este programa también alcanzará la aplicación de ludopedagogía y robótica con equipos tecnológicos e idiomas.
Los niños atendidos en el programa “Tejiendo Amaneceres” se encuentran en la capital, en San Miguelito, Las Garzas, Tocumen, 24 de diciembre y en asentamientos indígenas del área Este.
Respecto a la escolaridad de los niños migrantes, admite que es complicado asimilar a los niños sin conocerse en qué nivel ubicarlos debido a que llegan sin documentos. Es por ello que han propuesto ser intermediarios a través de la Federación de Fe y Alegría con el Ministerio de Educación, para hacer los exámenes de nivelación de los niños y ubicarlos dentro del sistema, aunque lo ha planteado, no han tenido buena receptividad, expresó Cornejo.
“El sistema educativo debería incluir la interculturalidad, con la capacidad de los maestros de ser empáticos”, afirmó Cornejo. Se debe reconocer que no hay especialistas en migración en el Ministerio de Educación, cuestionó el representante de Fe y Alegría.
Astrid es oriunda de Honduras con diez años de permanecer en Panamá, salió de su país por motivos de inseguridad y la falta de economía, actualmente educa a sus dos hijos menores de edad con el apoyo de Fe y Alegría, a través del programa “Tejiendo Esperanzas”, lo que considera es una gran oportunidad que se les ha brindado. Al mismo tiempo, su hija adolescente forma parte de un programa del Alto Comisionado para las Naciones Unidas (ACNUR), que contribuye con la enseñanza de liderazgo.
Dentro de los análisis dirigidos a niños y niñas, migrantes y refugiados, la UNESCO en 2019 publicó el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, estableciendo que aquellos en edad escolar alrededor del mundo, podrían llenar medio millón de aulas. Plantearon cómo la educación es clave para la inclusión y la cohesión, y la mejor forma de forjar comunidades más fuertes y resilientes.
Para el 2019, el Ministerio de Educación elaboraba un instructivo para pruebas sencillas, que le permitiera identificar el nivel de escolaridad para incorporar a los niños migrantes en el sistema educativo nacional.
Recientemente, la Organización Sin Fronteras dijo al semanario Panorama Católico que en el 2022, llegaron niños y adolescentes a través del Tapón del Darién cuyas familias se establecieron en el país, por lo que este año comenzaron a recibir educación formal. “Se les permite estudiar, pero los acudientes deben cumplir con la documentación completa. Generalmente, no la tienen y deben hacer el esfuerzo de obtenerla. De no ser así, se convalida el grado repitiéndolo”, señala el reporte periodístico migratorio.
En el primer trimestre de 2023, antes del inicio del año escolar en Panamá, las organizaciones miembros del Grupo Regional de Educación América Latina y el Caribe, que incluyen a Save the Children, UNICEF y UNESCO, lanzaron la campaña «Educación sin límites: aprendo aquí o allá», lo que está permitiendo visibilizar la crisis educativa que experimentan los niños, niñas y adolescentes en situación de movilidad.
Es nuestra realidad, que mientras las autoridades de Educación insisten en que no se puede negar el acceso a la educación de un niño, niña o adolescente migrante, la verdad es que se desconoce cuántos Christian ven pasar los días sin esperanza de pisar un salón de clases porque el sistema ignora las leyes. Los que tienen mejor suerte, y entran al sistema educativo, deben lidiar con el temido bullying, que busca hundir su autoestima y ahogar sus esperanzas. Por ello, Xoan, insiste en la igualdad para todos los niños.
*Este reportaje cuenta con los permisos de imagen de los acudientes de los menores de edad. Se utilizaron los primeros nombres de los niños y sus padres, debido a la vulnerabilidad en la que se encuentran.
Fotografía: Elvis Rodríguez y David Mesa.
Infografía: Grisel Bethancourt.