Los cultos de la personalidad distraen a las personas de los verdaderos problemas – Noam Chomsky
Nuestra realidad está sometida a aquellos en las esferas de poder. Estamos bajo un grueso velo de intrincados conflictos entre los que tienen el control y los que lo quieren. Nosotros, el pueblo, “We the people”, como abre la constitución de los Estados Unidos; debemos hacernos cargo de castigar o premiar a esas élites que sobrevuelan los problemas más básicos de la nación. Nuestra cultura, vacía y colmada, repleta y liviana, debe ser la guía por la cual nuestros problemas lleguen hasta los oídos de los que manejan este bote llamado “Panamá”, no ocultarlos.
Ahí es donde entran las ideas de Noam Chomsky, lingüista, filósofo, crítico político y uno de los autores más citados en la actualidad. Su ideología, a pesar de encontrarse en el extremo opuesto del de su servidor, choca de lleno con lo que la cultura americana nos hace ver. Chomsky no duda en señalar los problemas con la democracia actual, empezando por afirmar que la democracia es “un principio aplicable y no un sistema en sí mismo”. Pero uno de los más grandes puntos de crítica para Chomsky es la necesidad imperante de superfluos cultos a la personalidad. Las redes sociales, TikTok, Instagram, Twitter, ahora llamado X; los influencers, la maniática fijación por tener a un ídolo rondando por las pantallas, el necesitar que haya figuras que recorran escenarios, que los personajes de la farándula sean alabados y plasmados en los más grandes anuncios, tapando el cielo y el Sol, haciendo pasar el hambre con pruebas físicas y concursos de canto.
Estamos envueltos en millones de cultos a la personalidad, eso no se puede negar. Estamos cegados por el brillante sueño de poder convertirnos nosotros en uno más de ellos, pero, y es aquí donde quiero expresar el mensaje primordial de esta nueva serie de columnas y por lo que esta frase “los cultos a la personalidad hacen que el público olvide los verdaderos problemas” corona este texto, es el hecho de que no nos damos cuenta de que esos que bailan y se esfuerzan frente a la cámara, esos que gritan, ríen, lloran y conversan en las mañanas y tardes en los medios de comunicación, los que necesitan estar siempre en boca de todos; esos no son más que herramientas, marionetas de una cúpula que no quiere que se le vea.
Tal vez las ideas políticas y las formas de gobierno de Chomsky no encajen dentro de lo que usted o yo tengamos como preferible, pero tenemos que separar el arte del artista, ¿no? Es por ello que esta serie de columnas semanales se titularán como una de las más grandes obras de este filósofo. Y en ellas desgranaré las realidades ignoradas que los mismos cultos de la personalidad que consumimos cubren. Porque solo se necesita pan y circo para distraer al populacho de su tragedia, y si el pan también falta, pues más circo tendrá que aparecer.
Ahora, pues, me encontrarán aquí cada domingo, tratando de frenar el inmenso tsunami de frivolidades, hablándoles de manera llana, sin infravalorar la intrínseca curiosidad humana de conocer su propia realidad. Ustedes merecen saber qué es lo que realmente ocurre, qué conlleva vivir en esta realidad y es aquí, en este puñado de palabras, en este pastiche de ideas, donde intentaré hacer, de nuevo, periodismo. Porque ese es el verdadero trabajo de los que hoy se hacen llamar periodistas, cargar con la navaja de Ockham y cercenar de la información todo lo vacuo, todo lo hace que olvidemos los verdaderos problemas.
Por: Alonso Correa Miguel