A pesar que la nación no está nutrida de suficientes profesionales que nos robustecen en el ámbito intelectual, y nuestro sistema de enseñanza – aprendizaje tiene horrorosas fallas que parecen difícil enmendar, Panamá tiene tesoros inexplotados.
Las riquezas de esta nación es su gente; no es el canal, no son las riberas marítimas, no es la tierra sin cultivar y ni la explotación minera que, según sus promotores, traerá abundancia y extirpará miserias y hambrunas reinantes.
La riqueza de Panamá son los abundantes talentos sedientos de oportunidades que viven menospreciados por una sociedad que los ignora.
Esa riqueza intelectual que se desperdicia, podemos observarla a partir de mañana cuando, con el entusiasmo que la ocasión amerita, se inicia en el Centro de Convenciones ATLAPA, la Feria Internacional del Libro donde meritorios escritores panameños, presentarán sus obras literarias, frutos de fértil talento que el ambiente de ignorantes menosprecia.
Escritores emergentes, que habitan este país, exponen al mismo nivel que aquellos fogueados en afanes literarios, sus obras para que, en esta tierra de anhelos frustrados, nos percatemos que hay quienes escriben bien e interesante, pero necesitan el empujón para que sus producciones trasciendan los límites patrios y alcancen estratos internacionales.
En producciones literarias, Panamá tiene talentos, pero la mezquindad política, intenta opacar dando preponderancia a escritores foráneos que destacan amparados por la publicidad internacional.
La Feria Internacional del Libro, que se inicia mañana y extiende hasta el domingo 20 de agosto, debe ser una veta donde sobresalga la riqueza intelectual panameña que anhela oportunidades para demostrar universalmente que no somos nación de analfabetas que los “gringos” partieron para unir dos mares, crear un atajo marítimo aliviando la carga comercial que se desplaza de un continente a otro.
Reiteramos: el mejor tesoro de la República de Panamá es el talento que se desperdicia.