No es saludable, para la tranquilidad social de nuestro país, que constantemente se susciten hechos que mortifican y desmoralizan.
Peligra la paz social de la nación si los aguijones de las mortificaciones son constantes y no contribuyen a la tranquilidad ciudadana.
El estado de ánimo, perturbado por las constantes mortificaciones, tienden agriarse y el estallido social, de un pueblo inconforme, podrían tener repercusiones nefastas. La acumulación de hechos perturbadores van minado en el espíritu de la población y creando una especie de rencor que, al alcanzar su grado de fastidio, explotará de tal manera que no habrá suficiente fuerza pública para frenar a un pueblo encolerizado.
Persiste en el ambiente una especie de degradación moral que se está convirtiendo en una llamarada de encono cuyas repercusiones podrían ser peligrosas.
La acumulación de problemas, y sus perturbaciones, mortifican a la población de tal manera que la moral se está degradando y podría alteraría la paz reinante. Toneladas de basuras convertidas en espectáculos folclóricos de los barrios pobres; escasez o falta de agua potable; transporte público inadecuado; vías en malas condiciones y otros malestares, van creando el cúmulo de mortificaciones que inciden y alteran el sistema nervioso, incrementando el encono, cuyo acumulación de resentimientos tienden a generar protestas.
El país aparenta estar tranquilo, sin embargo, lo que parece quietud podría ser acumulación odios hacia aquellos que, ostentando el poder, nos tienen acorralados con míseras mortificaciones que a diario nos agobian.