Es evidente que prolifera la inseguridad.
Diariamente la nación se tiñe de sangre y la criminalidad no se borra del escenario cotidiano.
Las ejecuciones, que parecen simples confrontaciones entre pandilleros, se están expandiendo hacia otra latitudes cuya repercusiones podrían ser graves si llegan a mezclarse con la campaña política que empieza a hervir.
La situación es preocupante. No se trata de una simple pelea entre pandilleros.
En el conflicto podría quedar involucrado partidos políticos donde no se descarta infiltración de delincuentes con desean influir en quienes ostenten el poder gubernamental.
Los hechos criminales que se vienen suscitando no son simple peleas de pandilleros.Estos incidentes podría ir deslizándose hacia la contienda electoral de tal manera que podrían crear confrontaciones políticas para que el proceso se dirima con balas en vez de votos.
Consideramos que sería prudente reforzar la seguridad del entorno electoral y de sus aspirantes más conspicuos porque, es evidente, que en algunos se ven desesperantes ansias de ostentar el mando del país y sus aliados quizás en la desesperación política al no resistir la avalancha de votos que no les favorece, podrían provocar acciones extremadamente violentas, que no convienen al país, ni sería saludables para preservar la pureza de los comicios y garantizar la integridad del sistema democrático.