La figura desborda dominancia poniendo a pivotear la elección 2024 en dos escenarios, con y sin Martinelli.
Dos fuerzas considerables empujan por su extracción de la contienda política. Por un lado, el Departamento de Justicia y Blinkken, representados por la pro cónsul intervencionista Mary Aponte dejan caer una nada inocente bomba de profundidad en medio del momento electoral: lo declaran corrupto designado. USA interviene así como una de las fuerzas no tan sutiles en el debate criollo. Luego apostilla una declaración que intenta maquillar su vocación interventora: “trabajaremos con quien elijan los panameños”.
La influencia del principal socio comercial y su carácter autoritario sobre los destinos de esta república bananera ahora es más púdica y sutil a la que ejerció durante la era oligárquica. Entonces nunca dudó en intervenir con las fuerza acantonadas en la antigua Zona del Canal cuando sintió comprometidos sus intereses.
Entrega fuerza moral haciendo causa común con el impúdico gobierno panameño quien desconoce el principio de especialidad. Tampoco la justicia admite el mismo fuero electoral que adujeron con éxito Roux y Blandón en 2019.
¿Qué detiene la voluntad de una administración para inhabilitarlo? Sin dudas la mesura en el respeto a las reglas del juego democrático ante la opinión pública como táctica de resguardar la apariencia de legitimidad y no malgastar su activo escaso, el poder. De allí, se desprende una relativa gobernabilidad en medio de este período de tensiones. La suspensión del diálogo retrotrae un julio revuelto que dificultó a Cortizo-Carrizo hacer su voluntad.
En el choque dialéctico a favor y en contra de la inhabilitación de Martinelli que confrontan, lo que gana una lo pierde la otra. Entre las fuerzas en contra contamos a una opinión pública que no duda en entregar apoyo al opositor Martinelli. Un sector lo eleva a ángel vengador contra un gobierno indiferente a la suerte de los que menos tienen. Esta fuerza enarbola una lectura política que hace ilegítima toda argumentación contraria y que exhibe una resistencia procaz para ablandar, menos voltear las actitudes favorables hacia el expresidente. Su intención de voto cerca a 1.5 millón de votantes se muestra ultraestable sin emitir señales de variar.
Otra fuerza a estimar la ubico en la ineficacia de un equipo que lo enfrenta en lo político. Abunda en recursos como experiencia, información cuali-cuantitativa, tecnología. Ubico entre las falencias que impiden desmontar al otro, interpretaciones torcidas del momento que derivan en estrategias entre ingenuas y temerarias. Si el jefe destila odio al adversario, todo equipo entenderá el mensaje. Gaby reparte con sus manos bonos para que no se asista al acto de Crispiano.
El estratega está obligado a introyectar, estás ante un adversario que puede incluso ser superior. Necesitas darle suficiente respeto al discurso del otro. El odio nubla al pensamiento estratégico.
Detrás de la inhabilitación de Martinelli existe la premisa de que el PRD podría maniobrar para capturar buena parte del mismo y hacer factible la victoria. De ser así, sería muy difícil que el elector del expresidente no responsabilizara sobre todo al ungido Gaby por sacar del juego al adalid, menos a Crispiano, y tome distancia.
Parte del 50% favorecería en primer lugar, pero con caudal contraído, a aquél quien designe Martinelli, mejor si lleva el apellido franquicia. La pregunta es qué tan sustantivo sería para triunfar.
Por: Chico Perico