Que se abrió el aeropuerto, dicen. ¡Que ya podemos volar! Y anda girando por las redes un video preciosísimo de la compañía de aviación panameña. Para que nos sintamos seguros y nos montemos en un avión de nuevo.
Que sí, señores míos, que yo soy más fácil para un viaje que el Marqués de Sade para un gangbang, pero a ver, que por muy rápido que yo sea capaz de hacer la maleta, por mucho que me apetezca dejar de mirar estas cuatro paredes a las que la inutilidad de nuestra ignara clase política me ha condenado desde hace ocho meses, la cosa, en realidad, no es ir. Es volver.
Porque con las estupideces que llevan haciendo durante toda la pandemia, ¿quién me asegura que no vayan a cerrar Tocumen de nuevo y yo me quede guindando cual moco perdulario? Oigan, que no me estoy inventando nada, que esto pasó. Ellos, después de vocear que nada iba a pasar y que Panamá estaba a salvo,
cerraron el espacio aéreo de pronto y cientos de panameños quedaron del otro lado de la frontera, tratando de ver cómo y de qué manera regresaban para, por lo menos, confinarse en su propio comedor y no en hotel ajeno. A algunos escogidos sí se les pagó el regreso; después de que, a golpe de reporte en redes, lloraran y
suplicaran. Los otros tuvieron que buscarse la vida sin demasiado apoyo por parte de las autoridades, todo hay que decirlo.
Ahora piden apoyo para reflotar la empresa más grande del país, la más internacional. Qué maravilla. Y no se crean que yo soy un alma poco solidaria, en serio. Que estoy deseando volar, por ejemplo, a casa de mis padres, a los que no veo desde febrero. Y a ponerme morada a huesos de santo y castañas. Pero ¿quién me asegura que ustedes no tomarán de nuevo decisiones así a la bulla de los cocos? ¿Eh? Y en ese caso, ¿quién cuidará de mis tres gatos? ¿Los que estén en la misma situación podrán usar el íngrimo bono que ustedes ofrecen como si fuera caridad para pagar el hotel donde han dejado a sus perros para que los cuiden durante otros siete meses? Y lo que es más importante, si me llevo en la maleta ropa de entretiempo ¿¡Cómo haré cuando llegue el invierno y yo no tenga prendas de abrigo!?
Sí, sí, ríanse. Digan que yo estoy exagerando en esta Lobatomía. Nieguen con la cabeza y llámenme loca. Pero señores, en serio, piénsenselo antes de coger la maleta, que las restricciones en el aeropuerto y llevar puesta la mascarilla durante horas y horas puede ser el menor de sus males. Piensen que con estos dirigentes que toman decisiones dependiendo de la dirección del viento, lo de alejarse más allá de unos cuanto metros a la redonda de su hogar puede ser un peligro. Nos ofrecen la libertad del mar y la playa pero en horario restringido, que al atardecer se recrudece la contagiosidad vírica; insisten en que hay que reactivar la economía, pero avisan de que no puedes perder el glamour bebiendo Bloody Marys a las doce del mediodía como si no hubiera un mañana. Te invitan a viajar, a salir, a mantener los cientos de empleos de la empresa señera en Panamá, pero no te dicen lo que pasaría si deciden encerrarnos de nuevo y tú tienes la mala suerte de estar del lado incorrecto de la frontera. Yo, por si las moscas, vuelvo a guardar la maleta y mis ganas de magosto y del Don Juan y me quedo quieta en home.